… Y el romero floreciendo
- 30 diciembre, 2021
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Porque es una planta que en invierno se encuentra en flor, y por claras alusiones navideñas -parece que la Virgen la tenía cerca cuando lavaba-, en este artículo de fin de año nos ocuparemos del romero. Una planta común en los matorrales de nuestras sierras, muy conocida y utilizada por todos nosotros; y no por ello deja de estar rodeada de un halo de misticismo, simbolismo y curación. Es lo que se conoce como una “planta panacea” y en ninguna casa mediterránea falta en cualquiera de sus formatos, ya sea en hoja fresca, seca, en alcohol o en aceite.
Sus usos abarcan desde la medicina y cosmética hasta la gastronomía popular, dando a nuestros guisos ese aroma a monte característico del romero. Sus aceites esenciales se han utilizado desde antiguo, siendo una de las plantas aromáticas por excelencia. Pertenece a la familia de las labiadas y el epíteto específico por el que se la conoce, “officinalis”, hace alusión a que es una planta muy utilizada en las oficinas de farmacia, que es como se denomina con más propiedad a las boticas.
Las propiedades terapéuticas del romero, principalmente las antioxidantes y antinflamatorias, se atribuyen a la presencia de los ácidos carnosol, carnósico y ursólico. Éste último es el responsable de sus propiedades antibacterianas y también de favorecer el crecimiento y fortalecimiento del cabello, ya que activa la circulación sanguínea y a los queratinocitos; es decir, que las virtudes del romero son infinitas.
Deliberadamente aún no he escrito el nombre del romero en latín (Rosmarinus officinalis L.), ya que existe actualmente una gran controversia sobre su denominación y me gustaría poner luz sobre este asunto.
Hace casi cinco años, un grupo internacional de investigadores, Bryan T. Drew y colaboradores, publicaron un artículo fruto del trabajo que venían realizando sobre el género Salvia y grupos afines. En él, sobre la base de las nuevas técnicas de taxonomía molecular, incluían en Salvia algunos otros géneros, entre ellos Rosmarinus. Lo que ocurre es que, al tratarse de una planta tan icónica como el romero, rápidamente se propagó el hecho de que “se le había cambiado el nombre”.
Por el contrario, a muy pocos preocupó que también cayera el género asiático Perovskia Kar. en la sinonimia de Salvia; aunque, bueno, puede que a los rusos sí… Pero ¿por qué Salvia rosmarinus Spenn.? Aquí entra en juego el Código Internacional de Nomenclatura de algas, hongos y plantas (CIN), que regula el uso de los nombres de estos organismos en todo el mundo a través de un amplio articulado. Por ello, los nombres de las plantas no se pueden poner o quitar al azar –o a capricho de unos u otros botánicos–, sino que su manejo ha de atenerse estrictamente a dicho Código.
Por norma general, cuando el nombre de una planta se transfiere a otro género suele mantenerse su epíteto específico; en este caso, el romero debería pasar a denominarse “Salvia officinalis”, pero ese nombre latino ya existe para otra planta medicinal muy conocida (la salvia fina), por lo que no puede utilizarse para el romero y el código propone en estos casos o crear un nombre nuevo (sustitutivo) o rescatar alguno que se hubiera utilizado alguna vez para esta planta en el nuevo género en el que ahora se la clasifica. Y esto último es lo que han hecho quienes aceptan este nuevo tratamiento, recuperando el nombre Salvia rosmarinus que había propuesto el botánico alemán Fridolin Carl Leopold Spenner en 1835.
Esta propuesta de cambio –porque no deja de ser una propuesta–, está ya siendo discutida por otros investigadores casi desde su publicación. En 2017, casi un mes antes de que viera la luz la propuesta de Drew y colaboradores –muy conservadora, aunque controvertida–, dos investigadoras alemanas, Maria Will y Regine Claßen-Bockhof, habían publicado una alternativa taxonómica basada en datos moleculares y morfológicos equivalentes, pero totalmente opuesta en sus resultados nomenclaturales.
Estas dos botánicas no sólo proponían mantener el nombre genérico Rosmarinus (y también Perovskia), sino que sugerían reconocer varios géneros más –sobre todo de Asia y América– para reorganizar de una manera más analítica lo que entonces se venía denominando género Salvia (en un sentido muy amplio). Su propuesta apenas ha tenido repercusión, pero su valor científico es enorme y sus resultados muy consistentes, por lo que quizá en un futuro próximo acaben tomando fuerza.
De hecho, muchos taxónomos españoles aceptamos este otro tratamiento, más analítico, y seguimos denominando al romero Rosmarinus officinalis. Así que es importante no lanzarse a abrazar estos cambios nomenclaturales tan drásticos, antes de que toda la comunidad botánica adopte una denominación consensuada –si es que ello llega a ocurrir.
Y sí, es una planta muy arraigada en nuestra cultura, que además tiene que ver con el afecto y el amor que tanto se desea en estas fechas. Ya lo dice el refrán: “Quien va al monte y no coge romero, no tiene amor verdadero”; pero hoy yo me quedo con otro que también la menciona: “Romero, flor de romero, haz que salga de la casa lo malo y entre lo bueno”… Pues así, con una ramita de romero, terminemos este aciago 2021, que salga todo lo malo, y recibamos al nuevo 2022, que entre todo lo bueno. ¡Feliz Año Nuevo!
Carnosol https://es.wikipedia.org/wiki/Carnosol
Ácido carnósico https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_carn%C3%B3sico
Ácido ursólico https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81cido_urs%C3%B3lico
Rosmarinus officinalis L. http://www.floraiberica.es/PHP/cientificos_.php?gen=Rosmarinus
Bryan T. Drew y colaboradores Salvia united: The greatest good for the greatest number (http://sytsma.botany.wisc.edu/pdf/Drew%202017%20Taxon.pdf)
Fridolin Carl Leopold Spenner: https://es.wikipedia.org/wiki/Fridolin_Carl_Leopold_Spenner
Maria Will y Regine Claßen-Bockhof Time to split Salvia s.l. (Lamiaceae) – New insights from Old World Salvia phylogeny (https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1055790316304857?via%3Dihub)