Una imagen para reflexionar
- 22 septiembre, 2024
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Fíjense en la fotografía que acompaña este artículo. A cada quien le sugerirá una idea. Les cuento la mía. Veo el resultado de un ambiente festivo, alegre protagonizado por un grupo de personas. Espero y deseo que haya sido así porque la alegría es parte de la vida y, además, está demostrado que es un antídoto contra la depresión. Pero quiero concentrar mi explicación precisamente en la consecuencia de tanto bienestar colectivo.
Botellas de cerveza, vasos de cartón y otros restos abandonados en el suelo; a esto hay que añadir una bolsa de plástico y dos vasos de cartón también en el suelo situados justo enfrente del lugar de la imagen. Evidentemente, no van a estar ahí eternamente; alguien tendrá que recoger la inmundicia; alguien deberá afanarse por eliminar de la vía pública las evidencias de un estupendo día de convivencia. Porque llegamos a una de las dos claves del asunto.
. Llevamos décadas con políticas medioambientales fomentadas desde las más altas instancias gubernamentales. Estamos conviviendo con contenedores para la recogida selectiva de basura; hay infinidad de papeleras por las calles y, según lo que refleja la fotografía, sus usos son todavía muy insuficientes. Para más inri, está normalizado ensuciar el espacio público tanto con desperdicios físicos como con música estridente por la noche evitando el descanso de quienes viven cerca.
. La apropiación del espacio público se manifestó también en que fueron colocadas mesas en la calle donde tomaban su cena un grupo de niñas y niños. ¿Qué aprendió esta nueva generación de los actos lúdicos de sus madres y padres al retirarse a descansar? Que se puede dejar sucio el lugar donde se ha estado y no pasa nada. Es normal. Esta normalidad, me temo, se hará extensiva en el futuro más o menos cercano con visitas a la playa, a la montaña o a donde quiera que se acuda. Se hará acto de presencia por donde se pase que es precisamente lo que no hay que hacer cuando tenemos el severo problema del cambio climático y todo lo que está conllevando.
Ignorancia. Esta situación es producto de la ignorancia y es sabido que esta no construye sino todo lo contrario. Por eso hay que insistir en fomentar e interiorizar la Pedagogía de lo público, como espacio de confort general en el que cada quien sepa equilibrar sus momentos de placer con el respeto a los semejantes y sin ensuciar la Naturaleza que tanto le ofrece -por cierto, sin cobrar-. Esta ignorancia, por cierto, se comienza a disipar en las familias para luego continuarse en la vida social.
El verdadero problema que tenemos es que la mayor parte de los enemigos de la naturaleza y la vida no saben que lo son. Joaquín Araujo.
Fernando Ríos Soler