Quince kilos de habas y otros tantos de caracoles por Santa Ana

  • 29 julio, 2013
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Quince kilos de habas y otros tantos de caracoles por Santa Ana

Cuarenta kilos de patatas cocidas con «alioli» (ajoaceite), quince de habas y otros tantos de caracoles se pusieron encima de las mesas del patio de las antiguas escuelas de la Tercia, en pleno corazón de las calles más antiguas de Villena, para compartir en una cena de vecinos. 
La Asociación de Vecinos del Rabal, con esta actividad culinaria, mantiene viva una larga tradición que es seguida también por restaurantes y bares de la localidad. 
En las festividades de Santiago y Santa Ana, las casas de Villena se llenan de habas y caracoles chuparanderos, dos platos locales del verano. José Cabanes, presidente de la asociación vecinal indicó que «de hecho existe constancia de esta tradición desde el año 1662, momento en el que se aprueba la celebración del día de San José como día de fiesta para todos los efectos, y se aprueba igualmente como festivo el día de Santa Ana, para que proteja el término de Villena de los hielos, la piedra y el agua».
Por primera vez hace once años se reunieron unos cuantos vecinos del barrio en la Plaza Mayor, otro de los puntos emblemáticos del casco histórico para cenar «a la fresca» y recurrieron a los tradicionales habas y caracoles. Una década después, el pasado sábado por la noche, cerca de 300 personas de todas las zonas de Villena se acercaron para compartir la tradición gastronómica local. 
Un grupo de vecinas del barrio son las que se encargan en la mañana del sábado de cocinar las habas y caracoles, siguiendo las recetas que les pasaron sus madres hace más de sesenta años. Otras más jóvenes les ayudan y, al mismo tiempo, aprenden los secretos para que los productos se cuezan en su punto. Por la tarde, colocan las mesas, calientas los alimentos y esperan a que termine la misa de la iglesia de Santamaría para empezar con el reparto de los víveres.
Curiosamente, los primeros participantes del «CASC», una actividad socio-cultural que pretende recuperar las calles del barrio en las semanas de agosto, compartieron con los vecinos el «extraño» plato para algunos de ellos, que llegados desde Corea aprendieron a beber agua del botijo. 

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