Quedarán días de verano
- 4 septiembre, 2024
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De los meses de verano, julio es el mes dedicado a la infancia y la juventud: campañas municipales de diversión, campamentos, campus deportivos, academias y una amplia variedad de actividades que tratan de aliviar a las familias con la conciliación laboral y evita que los chiquillos y chiquillas se queden en casa atrapados por las consolas, los móviles y ese inmenso mundo tecnológico que tan bien conocen pero que el día menos pensado, nos engulle.
Al llegar agosto, se nos abre un amplio panorama cultural que abarca títeres, monólogos, cine, festivales de música y sobre todo fiestas . Porque al ser éste el mes previo a la celebración de las fiestas patronales, el llamado mundo festero entra en ebullición. Se adecentan los locales que serán ocupados por peñas y escuadras, cada vez más numerosos y visibles porque la desaparición de comercios en las principales avenidas de nuestra ciudad, ha dado paso a su transformación en “locales” que permiten a los festeros disponer de un céntrico y cómodo cuartel general que será punto de encuentro y dinamización festera.
En las casas, ya hace algunas semanas que han ido apareciendo percheros cargados con trajes de festero porque hay que ir revisando todas las piezas, qué falta y qué no, y aún así, algún sustico de última hora hay.
Los eruditos de éste mundo, aumentarán la frecuencia de sus almuerzos y encuentros para analizar, criticar y discutir, en un tono más distendido que meses atrás, todos los entresijos de la fiesta.
Los programas de televisión y radio locales, también centran su programación en torno a este complejo mundo que es el festero: entrevistas a cargos, a presidentes, grupos de comparsa, música también festera etc.
Claro, también está la parte de la ciudadanía que no aguantará otras fiestas. Estos ya tendrán un destino claro dónde huir del barullo, del ruido, la confraternidad festera, los molestos petardos etc. Con ellos harán parte del agosto las agencias de viajes etc.
A este grupo de “desplazados en fiestas” me uniré yo este año. Y no porque no me gusten sino todo lo contrario. Durante años las he vivido de forma tan intensa que este año “me duelen”. Me duelen sobre todo las ausencias, las costumbres que se rompen, los amigos a los que no veré, y por eso, para que el dolor no se agudice, me alejo. Este año prefiero echarlas de menos, aún a costa de no disfrutarlas y de dejarme aquí trocitos de corazón. Me voy al encuentro de amigos a los que hace tiempo no veo, a otras fiestas, a Pucela, la tierra de mis siempre idolatrados “Celtas Cortos”.
El día 5 por la mañana a la hora del Pregón estaré subido en un tren que será en ese momento conexión entre la ciudad festera que dejo atrás y la castellana, sobria, e igualmente acogedora, en la que me esperan los abrazos amigos que tanta falta me hacen.
Seré el viajero solitario con los pensamientos perdidos en el paisaje que se despliega por la ventana, imaginando el pregón de Dª Virtudes López Lorenzo, que sin duda será festero y entrañable pero supongo que también reivindicativo por el sentido de la justicia que posee y que no puede silenciar.
Dejo atrás una ciudad transformada por la música y los aromas a alábega, a flores, a pastas horneadas en los días previos.
Con el suave vaivén del tren se me cerrarán los ojos y veré los colores de las ropas sedosas y aterciopeladas que vestirán moros y cristianos.
Pasarán a gran velocidad muchos recuerdos, Pero avanzamos, que la vida es un viaje en el que cada destino tiene su propia magia. Seguimos adelante, impulsados por la esperanza de nuevas experiencias.
Irse en fiestas no será imperdonable. Podré disfrutar en mi destino sin melancolía porque estaré bien acompañado. Y cuando regrese, veré caer los últimos confettis. Será antes de que las bandas recojan sus partituras y las calles queden en silencio, antes de que los arcos dejen de brillar. Estaré aquí para llorar por unas fiestas que terminan y suponen para mí el fin de un año de malas experiencias y también para reír con quienes, ilusionados, piensan ya en las próximas.
Después, aún quedarán días de verano, pero ya no formarán parte de este ciclo festero. Los últimos días de verano que viviremos con la esperanza de que todo nos vaya mucho mejor.
Hasta entonces, villenenses, felices fiestas 2024, estéis dónde estéis
F. Martínez.