¡Por Tutatis!
- 17 enero, 2021
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Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor (…)”.
Con este puñado de palabras dan inicio todas y cada una de las aventuras de esos dos entrañables personajes de cómic ─Astérix y Obélix─ creados por Uderzo y Goscinny hace más de sesenta años y en las que traían a las todopoderosas tropas romanas por la calle de la amargura.
La aldea donde viven estos dos valerosos guerreros galos es una plaza inexpugnable, una rara avis en mitad de un extenso territorio ocupado enteramente por el ejército invasor, un ejemplo de resistencia numantina que se mantiene en pie contra viento y marea.
Precisamente contra viento y marea no, pero contra la nieve sí que ha resistido Villena, una suerte de aldea gala dotada de su particular microcosmos. No importaron las funestas predicciones meteorológicas, no importó la magnitud de esa borrasca llamada Filomena ─curioso nombre, por otro lado─, no importó que la mayoría de los pueblos de alrededor se vieran cubiertos de blanco en plan estampa navideña tardía. En Villena, al menos por lo que respecta al casco urbano, no se ha dejado ver ni un copo. Ni nieve, ni tampoco mucha lluvia, a decir verdad.
Por el camino, se decidió suspender las clases del jueves 7 y el viernes 8 sin que pareciera haber una necesidad real, tal y como luego se comprobó. Aunque, para ser justos, si las autoridades locales debían tomar la decisión con la suficiente antelación para evitar males mayores que se vivieron en el pasado, basándose en la predicción, se entiende la suspensión de la actividad escolar porque, aldeas galas al margen, todo indicaba que se iba a montar una Marimorena de proporciones épicas.
Con respecto a este asunto, a la suspensión de las clases, también hay quien opina que podría haber otro motivo subyacente: el desproporcionado aumento de contagios por coronavirus que nos ha traído la resaca navideña. Si es así, tiene su lógica, pero tampoco alcanzo a comprender que se oculte. A mi parecer, y desde la ignorancia más supina, la posibilidad nada deseable de que aumenten los contagios tras la vuelta a las aulas, es un argumento sólido que vendría a reforzar la citada suspensión.
En cualquier caso, no son más que elucubraciones y no está en mi ánimo poner en tela de juicio las decisiones que se toman, entiendo, por el bien común. Mejor quedarse con las certezas y, en ese aspecto, no hay nada más cierto que esa isla atmosférica en que se transforma Villena cuando llegan ciertas tempestades. En fin, así somos de especiales.