Pero … Y si…. ¿si?
- 6 mayo, 2024
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Uno de los temas que más me encuentro en consulta son los pensamientos negativos. Ya sea con respecto a uno mismo, como a la situación que se está atravesando o a lo que está por venir.
Tras estos años de experiencia en consulta, me he dado cuenta de que hay una tendencia innata del ser humano a interpretar la realidad que nos rodea de forma negativa. Y si hablamos de futuro, la ansiedad anticipatoria es la reina del baile.
Mientras intento descubrir qué nos ha programado de esa manera, me enfoco en trabajar ciertas pautas en terapia que ayuden a enfocarnos en lo realmente importante.
Según Marián Rojas, autora que sigo y de la cuál me declaro muy fan, “el 90% de las cosas que nos preocupan nunca jamás suceden, pero el cuerpo y la mente las viven como si fueran reales”.
Por tanto, nos pasamos la mayor parte del tiempo, imaginando situaciones que no se van a producir. Y si se dan, nunca serán como las hemos imaginado, pues hoy somos y sentimos de una forma determinada; pero en ese hipotético momento, seremos y sentiremos de otra forma distinta.
¿Qué necesidad hay en anticipar situaciones que no se han producido y que nos generan tanto malestar?
Aquí está el quid de la cuestión. Sentimos nostalgia y tristeza por lo que ya pasó; nervios, ansiedad e incertidumbre por lo que está por venir y nos olvidamos completamente del hoy. De lo que tenemos delante. Donde tenemos la posibilidad de actuación, la capacidad de cambio, el margen de mejora.
Lo que pasó ya fue. Mejor o peor, lo hicimos como en ese momento mejor pudimos o supimos.
Lo que vendrá no lo sabemos. Son todas las variables de la ecuación que no controlamos, y que tanto trabajo nos cuesta gestionar.
El día de hoy es lo único real y es en el único espacio temporal en el que podemos generar cambio. Tanto con respecto a nosotros mismos, como con respecto a nuestro entorno.
Este planteamiento está genial en la teoría, pero cuando lo llevo a la práctica en consulta, el rechazo inicial es casi unánime.
Estos son algunos de los comentarios que me suelo encontrar, los cuales escucho con paciencia y cariño, pues como otras veces diré, “yo veo cosas en vosotros que vosotros todavía no sois capaces de ver”.
“La teoría me la sé, pero me falta la práctica”. “Es muy fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo”. “En mi día a día caigo en lo mismo”. “Siempre he pensado así y no creo que pueda cambiar ahora”.
Llegados a este punto, algo dentro de mí revolotea.
Cuando una persona da el paso y busca ayuda psicológica, sortea muchos tabúes. Ahí ya tiene el 50% del éxito en la terapia.
El otro 50% está en su constancia, voluntad, trabajo, entrega y lucha.
Nos abrimos a conocernos realmente, con nuestras virtudes y defectos. Es querer afrontar nuestros miedos, aquello que nos hizo daño. Es querer remover “la caja de la mierda”.
Pero esta caja se puede mover para bien, con un propósito y un sentido o hacerlo como tantas otras veces hemos hecho, sin sacar nada y sintiéndonos peor después.
Cada persona es de una forma determinada. Tiene, por un lado, su parte de temperamento heredada y su parte adquirida con los años y las vivencias. Eso construye una personalidad con ciertas particularidades que tenemos que saber identificar, conocer, aceptar y cuidar con mucho mimo.
Sólo desde el cariño se genera cambio permanente, pues sólo desde la aceptación de nuestras limitaciones, podemos hacer uso de nuestras virtudes para superarnos a nosotros mismos.
Si eres una persona que se pregunta por el “¿y si?”, has llegado al lugar adecuado.
Porque me propongo acompañarte en tu propio descubrimiento.
El “no” ya lo sabemos. Lo que no nos gusta, lo que nos desagrada o nos hace daño lo sabemos identificar a kilómetros de distancia. Pero ¿qué hay de lo que nos gusta, queremos o necesitamos?. A veces no sabemos responder a esto, pero yo siempre tiro de lo que no nos gusta para buscar la respuesta.
Lo negativo no es malo si sabemos interpretar lo que nos quiere enseñar.
¿Te apetece descubrirlo?