Oído en la pasada campaña electoral

Lo que hacéis a uno de estos más pequeños de mis hermanos,

es a mi a quien lo hacéis”

Mateo 25, 31-46

Ahora que ya han pasado las elecciones municipales y cualquier opinión no se puede considerar como comprometida políticamente quiero traer uno de esos comentarios que hemos oído en la pasada campaña electoral de nuestro pueblo, cuando uno de los miembros de una de las candidaturas electorales toma la palabra y en mitad de una opinión sobre el auténtico valor tanto de los políticos como de la acción política de los que se dedican a ella introduce un mensaje que a fuerza de dejarlo caer al final va creando opinión y actitudes poco favorables a la convivencia ciudadana y humana, en concreto se planteó la presencia de los extranjeros como los que ocupan nuestras plazas escolares y son los usuarios de las becas de comedor frente a los niños y niñas de Villena.

Al respecto habría que informar que los únicos criterios de admisión a un puesto escolar, tal como figura en la Resolución 28/03/2014 de la Consellería de Educación, Cultura y Deporte son: Hermanos/as en el centro, domicilio familiar y/o laboral, padres o tutores trabajadores en el centro, una condición que cada colegio acuerde, cursar enseñanzas del régimen especial: música, deporte, .. La renta de la unidad familiar, la discapacidad del alumno, o la de algún hermano, ser familia numerosa, ser deportista de élite, y/o antiguo alumno del centro que se solicite.

Tal como observamos no existe ningún trato de favor el ser hijo de inmigrante, y si a esto añadimos que es gracias a estos niños y niñas (el 84,9% de dichos alumnos se encuentran escolarizados en la escuela pública) por lo que se mantienen muchas aulas de los centros, dado que se ha subido la ratio hasta 30 alumnos por aula, y que se eliminarían tal como de unos cursos a esta parte ha venido ocurriendo en lo que la Consellería denomina el Arreglo escolar.

Tampoco en lo que respecta a ayudas de Comedor Escolar la Consellería, Orden 48/2014 de 18 de junio, se considera el factor de ser extranjero sino que considera beneficiarios directos: usuarios del transporte escolar, de centros específicos de Educación especial, niños y niñas en acogimiento familiar y víctimas de violencia de género y del terrorismo. Y para el resto vuelve a repetir una baremación similar a la de matriculación excepto algunas que se consideran obvias.

Haciéndonos eco de las palabras de la Conferencia Episcopal Española que en su último documento “Iglesia, servidora de los pobres” :…”Ahora es el momento del asentamiento, de la integración, de trabajar en el logro de la convivencia, sobretodo con las nuevas generaciones, Ha llegado la hora de reconocer la aportación que han hecho los inmigrantes a nuestra sociedad, Hemos de valorar la riqueza de los otros, cultivando la actitud de acogida y el intercambio enriquecedor a fin de crear una convivencia más fraternal y solidaria. En un futuro próximo nuestra sociedad será, en mayor medida, multiétnica, intercultural y plurireligiosa.”( Número 9)

Se trataría de ir creando espacios de encuentro intercultural que permitan el conocimiento mutuo de todas las culturas, valores y experiencias de vida de cara a eliminar prejuicios y fomentar actitudes de acercamiento, labor ésta que tan bien están desarrollándose y favoreciendo en nuestras escuelas, en nuestras familias, en nuestras asociaciones, incluso en nuestra ciudad que acaba de incorporarse a la red de ciudades en contra de los rumores racistas y de las desigualdades, actitud ésta que también hemos de exigir a los que tienen la voluntad de gobernarnos.

Penalizar la condición de inmigrante y especialmente la de ser niño o niña, quizás porque es fácil culpabilizar a los más indefensos, a los más débiles, a los que menos pueden defenderse, no ha de ser así entre nosotros, solo así podremos dejar a nuestros hijos, nietos y nietas un futuro más pleno, solidario, enriquecedor,… especialmente en estos tiempos en los que nuestros jóvenes se han visto obligados a emigrar a otros países en los que esperamos sean acogidos y apoyados en la convivencia en el sentido que expresaba San Juan Pablo II: la partencia a la familia humana otorga a cada persona una especie de ciudadanía mundial, haciéndola titular de derechos y deberes, dado que los hombres están unidos por un origen y supremo destino comunes.”