Noche de muertos, plantas de brujas: el beleño, género Hyoscyamus
- 31 octubre, 2022
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La noche de los muertos, que da paso al día de difuntos, es una noche rodeada de misticismo y magia. En muchas culturas se tiene la creencia de que la línea que separa lo humano de lo espiritual se hace muy fina, tanto que llega a difuminarse. Es el momento de buscar a las brujas que aprovechan esta noche para buscar plantas, semillas y setas para sus pociones, ungüentos, rituales y aquelarres. Por supuesto, que estas brujas no existen… o ¿sí? Eso lo dejamos a la sensibilidad del lector, pero lo que es una realidad es que la pintura, la poesía, la literatura y las artes en general están llenas de su huella. Y las plantas están íntimamente relacionas con ellas. En brujería se pude hablar de dos grupos de plantas, que tienen significado opuesto pero complementario; las plantas blancas y las plantas negras. Las plantas blancas son aquellas que, de una manera u otra, te alejan de las brujas o sirven para evidenciarlas, pero no por ello están exentas de toxicidad; y las plantas negras son las que las brujas utilizaban para sus ungüentos y brebajes o para sus ritos. Estas son las que ellas buscan en la noche de los muertos.
Una de estas plantas negras es el beleño. Bajo esta denominación, en nuestro territorio podemos encontrar dos especies: Hyoscyamus albus L. y H. niger L. Pertenecen ambas a la familia de las Solanáceas, en la que también se incluyen algunas de las plantas negras más icónicas, como son la mandrágora (Mandragora autumnalis L.) y la belladona (Atropa belladonna L.); pero también a esta familia pertenecen muchas plantas hortícolas, como la patata, el tomate, la berenjena o el pimiento. Todos los integrantes de esta familia contienen algún tipo de alcaloide. En el caso del beleño se trata principalmente de hiosciamina, que puede producir alucinaciones y, en ciertas cantidades, incluso la muerte; razón por la cual se considera a esta planta muy peligrosa. Son hierbas con hojas simples y alternas, que producen unas flores tubulares amarillas, con venas oscuras muy tenues en los pétalos de Hyoscyamus albus, pero que pasan a ser de color púrpura y muy llamativas en Hyoscyamus niger. Crecen en suelos muy nitrificados, cerca de casas, escombreras, en pasos de personas e incluso donde frecuentan animales que aportan materia orgánica al suelo.
Ingrediente imprescindible en las pócimas de las hechiceras, el beleño les proporcionaba la sensación de ingravidez y la creencia de que volaban; su poder alucinógeno les hacía creer que en realidad lo hacían. Es un episodio de “La Odisea”, de Homero, la que le da nombre al género Hyoscyamus –que en latín significa “haba de cerdo”–. La hechicera Circe ofrece a los compañeros de Ulises un brebaje con un gran contenido en beleño, y se cuenta que los convierte en cerdos; pero, en realidad, los sugestiona para que crean que lo son, y ellos, bajo la influencia del jugo del beleño, caen presos de alucinaciones producidas por su contenido en alcaloides. Esta característica es conocida desde la antigüedad, tanto que en la Península Ibérica se han encontrado en dos yacimientos íberos vasijas que contenían vestigios de hiosciamina, además de cerveza. Se constata así que se mezclaban estas plantas con la bebida alcohólica –seguramente en rituales–, de modo que quien tomaba ese brebaje se alejaba de la realidad y entraban en trance.
En cualquier caso, es una noche de recogimiento. Hay que dejar que cuerpos y espíritus se muevan en paz bordeando la fina línea, no frivolizar con las creencias y sobre todo no dejar que las costumbres exóticas, importadas de otras culturas, arrinconen a las nuestras hasta hacerlas desaparece.