No me felicites el 8 de marzo por ser mujer, defiende mis derechos

  • 7 marzo, 2025
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No me felicites el 8 de marzo por ser mujer, defiende mis derechos

Mari Cruz Pla Milán, psicóloga experta en género y políticas de igualdad

Como cada año, cuando se acerca el 8 de marzo: Día Internacional de las Mujeres, nos encontramos con multitud de publicaciones, opiniones y comentarios de diferentes fuentes, que dejan patente la gran confusión sobre esta conmemoración. 

El origen del 8 de marzo como conmemoración del Día Internacional de las Mujer Trabajadora, lo encontramos en los inicios del siglo XX (1908 -1917), en un contexto de luchas obreras de las mujeres por sus derechos laborales, del movimiento sufragista y del pacifismo ante la I Guerra Mundial. La Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad se funda en La Haya en 1915.

El 8 de marzo de 1917, las mujeres rusas se manifestaron en San Petersburgo exigiendo alimentos (“Por el pan y las rosas”) y marcando el comienzo del proceso revolucionario de octubre. Algunos países conmemoran desde entonces el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

En 1975, Año Internacional de la Mujer y I Conferencia Mundial de la Mujer, Naciones Unidas propone que la década 1975-1985 sea la década de la Mujer, instando a todos los países miembros a introducir medidas políticas que acaben con la situación de discriminación sistémica de las mujeres, es decir, políticas de igualdad. Y además establece que el 8 de marzo se conmemore el Día Internacional de la Mujer.

En definitiva, ni es una celebración producto de un arrebato ‘progresista’ actual, ni una fecha para introducir campañas comerciales tipo el día de la madre, del padre, de los enamorados o San Valentín,  sino que tiene una base histórica de lucha y reivindicación por los derechos humanos de las mujeres a nivel mundial. Sirve para recordar los avances y los logros, y también los retrocesos, hacer visibles las situaciones de desigualdad y proponer mejoras.

Este año 2025 ONU Mujeres ha elegido el tema “Para las mujeres y niñas en toda su diversidad: Derechos, igualdad y empoderamiento”, y representa una llamada a la acción que puede ampliar la igualdad de derechos, poder y oportunidades para todas. El empoderamiento de la próxima  generación es el núcleo de esta idea: las mujeres jóvenes y las niñas adolescentes, serán protagonista de cambios duraderos.

Hace 30 años, en 1995, 189 gobiernos adoptaron la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Este documento sigue siendo el plan de acción más progresista y más ampliamente respaldado para el avance de los derechos de las mujeres y niñas en todo el mundo. Esta Plataforma sienta las bases para las políticas, los programas y la inversión que tienen efecto en áreas clave de nuestras vidas, como la educación, la salud, la paz, los medios, la participación política, el empoderamiento económico y la eliminación de la violencia contra las mujeres y niñas. 

Por otra parte, pensamos que esto tiene sentido en otras sociedades y culturas en las que la discriminación de las mujeres es más evidente, los llamados patriarcados de coerción basados en el sexismo más hostil.

Si hay algo que caracteriza a las sociedades del primer mundo, son los patriarcados de consentimiento basados en el sexismo benevolente, más oculto y difícil de detectar. Este sexismo ‘benevolente’ se sustenta en unas supuestas diferencias de funcionamiento a nivel cerebral, basadas en la genética, que al parecer hace que las mujeres tengamos preferencia por el cuidado a los demás, por la abnegación y el sacrificio y por renunciar a nuestros proyectos vitales; mientras que los hombres prefieren la acción, el protagonismo, la agresividad y no implicarse en los cuidados a la familia. Se entiende erróneamente esto como una complementariedad de roles inmodificable, puesto que su origen es genético y no cultural. Y no es casualidad que esa supuesta complementariedad sea asimétrica, relegando a las mujeres a aquellos espacios con menos prestigio, poder y recursos: esto es el patriarcado.

Decía Celia Amorós, que hay que conceptualizar bien para politizar bien. La principal confusión conceptual es la diferenciación entre el sexo y el género y el uso de ambos términos como si fueran sinónimos.  

El sexo es la diferencia sexual, biológica, lo que nos distingue entre machos y hembras de la especie humana.

El género, está definido en el Convenio de Estambul (art.3. c.) como “los papeles, comportamientos, actividades y atribuciones socialmente construidos que una sociedad concreta considera propios de mujeres o de hombres”. Es decir, es socialmente construido, a través del aprendizaje y de los procesos de socialización en una sociedad determinada, por tanto es modificable.

Sobre la diferencia sexual (sexo) se construye la desigualdad a través del ‘género’, de lo que una sociedad concreta considera propio de hombres y mujeres.

El objetivo del feminismo y de las políticas de igualdad es acabar con el género, con los estereotipos sociales y culturales basados en el sexo, a través de la coeducación y de la igualdad de derechos, oportunidades y responsabilidades de mujeres y hombres. Y el 8 de marzo, las mujeres, y el feminismo salen a las calles en todo el mundo, porque sigue siendo necesario  (según datos de la ONU todavía faltan 300 años para alcanzar la plena equidad de mujeres y hombres en el mundo).

Así que no me felicites el 8M, únete a sus reivindicaciones por los derechos humanos de las mujeres en todo el mundo.

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