Memoria histórica
- 22 agosto, 2021
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En 4º ESO y 1º Bachillerato están las asignaturas que imparten la Historia del mundo desde 1789 hasta nuestros días. Por mi experiencia, sé que dos de los temas que más llaman la atención del alumnado son el fascismo -sobre todo, la versión nazi alemana- y la Segunda Guerra Mundial.
Todo el mundo entiende que hay que explicarlos porque es importante -trascendental diría yo- que las nuevas generaciones conozcan qué fueron esos hechos para que, por el bien de la Humanidad, nunca vuelvan a repetirse por un motivo de peso: la ideología fascista es intrínsecamente mala; saca lo peor del ser humano en cuanto éste tiene de irracionalidad, prejuicios y odio hacia sus semejantes -convertidos en oponentes-a quienes insultaron, despreciaron, humillaron, violentaron y asesinaron a sangre fría porque, al entendimiento fascista, no eran dignos de vivir. No en vano, a pesar de que han transcurrido muchas décadas, los campos de exterminio siguen siendo visitados para tomar conciencia del dolor generado por los nazis y evitar repeticiones.
Mi pregunta es: ¿se puede pensar que esto es recuperar la Memoria Histórica? Quiero creer que la mayor parte de la gente responderá que sí; por supuesto que sí. Los dos temas mencionados están en los libros de texto y éstos siguen los contenidos que refleja la Ley educativa en vigor.
Entonces, ¿por qué sí es criticable -y mucho, por cierto- que el Parlamento español tramite y, posiblemente, apruebe una Ley de Memoria Democrática habiendo gente que se oponga porque eso, se argumenta, supone remover el pasado? Si se estudia el pasado nazi, se debe estudiar el pasado fascista en España que también aparece en los pertinentes libros de texto.
Así, las nuevas generaciones españolas podrán aprender que, durante la Segunda República, las normas de juego democráticas fueron atacadas violentamente por españoles porque no les favorecían. Para asegurarse sus intenciones, estos españoles pidieron ayuda a los nazis y también al fascismo italiano, que estuvieron encantados de participar en España para practicar y mejorar resultados en una próxima Guerra europea -luego fue mundial- en la que estaban deseosos de participar. Enfrente hubo otros españoles que resistieron como pudieron -tuvieron pocos apoyos exteriores, destacando el de la Unión Soviética- y que terminaron perdiendo. En 1939, estos españoles admitieron su derrota, pero los españoles victoriosos mantuvieron el espíritu belicoso aunque ya no hubiera ningún Ejército enfrente. Siguiendo el ejemplo nazi alemán y con todos los recursos del Estado a su favor, se dedicaron a insultar, despreciar, humillar, violentar y asesinar a sangre fría a los españoles derrotados que estaban totalmente indefensos. Españoles mataban a otros españoles con total impunidad.
Mientras, los países que terminaron por derrotar al fascismo y al nazismo en la Segunda Guerra Mundial, invadiendo sus territorios nacionales y abriendo en Alemania procesos de desnazificación, no hicieron lo propio con España y se contentaron con castigar al país con el aislamiento internacional.
Como esta medida no sacaba del Poder a los españoles victoriosos, éstos fueron amontonando cadáveres en cementerios y fosas comunes.
Estudiar la Historia del siglo XX de España no tiene como finalidad remover el pasado ni reabrir heridas; éstas continúan sin cerrarse porque la mayoría de los cadáveres siguen estando donde cayeron hace ya mucho tiempo. Demasiado tiempo.
Fernando Ríos Soler