Los cernícalos de la torre de Santa María en Villena
- 11 junio, 2020
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Desde el mes de abril y como lo hicieran algunos años atrás, una pareja de cernícalos vulgares han elegido la torre de la iglesia de Santa María en Villena para sacar adelante a su prole. Ubicado en uno de los huecos de la fachada Este de la torre, la nidada está formada por dos pollos de unos 40 días de edad, que durante las próximas semanas comenzarán a realizar los primeros vuelos sobre la torre y alrededores.
Se trata de una rapaz de la familia de los halcones que presenta un acusado dimorfismo sexual. El macho con la cabeza negra y algo rallada de negro, con unas mejillas blanquecinas en la cara y una bigotera bien visible, en cambio la hembra es de una apariencia más discreta con tonos pardos más homogéneos.
Durante las primeras semanas el macho ha realizado continuas idas y venidas desde la torre de la Iglesia a la huerta de Villena donde encuentra las presas con las que alimentarán a sus crías. Insectos, pequeños pajarillos como gorriones, verderones y sobre todo pequeños ratones forman la dieta de estos halcones.
Ahora, con los pollos ya crecidos son ambos miembros de la pareja quienes cazan y defienden con celo la torre de la Iglesia de otras aves como las chovas piquirrojas las cuales también utilizaron el monumento para criar unas semanas antes.
Debido a su gran adaptabilidad y al amplio espectro de presas del que se alimenta, el cernícalo vulgar se encuentra en todos los tipos biotopos de nuestro territorio. Por este motivo, la especie se ha convertido en una de las aves de presa diurnas más frecuentes y visibles.
La Iglesia de Santa María de Villena fue levantada en el siglo XVI sobre la antigua mezquita mayor musulmana de Villena, momento en el que pasó a convertirse en la iglesia de El Rabal. Pero hoy no hablaremos de esta joya arquitectónica como tal, sino de uno de sus habitantes, el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus).
Se trata de una especie muy ligada a los humanos y a sus edificaciones, ya en el 1611 Sebastian de Covarrubias aludía a estas aves en su diccionario y hablaba de la relación con los humanos, haciéndose eco de la práctica habitual entre los chavales de criarlos y acostumbrarlos a comer de su mano para finalmente adiestrarlos, costumbre que afortunadamente se perdió siglos atrás.
Fotografías: Miguel Ángel Berbegal