Los analistas de nada y el futuro del altramuz
- 7 diciembre, 2021
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Entendidos y analistas de todo florecen en estos últimos tiempos como la grama. Incluso sobre los temas más insulsos se elaboran “mini tratados” que van apareciendo en los medios de comunicación por fascículos. Y para darles algo más de relevancia se rodean de un cierto aire de misterio, no indicando la autoría de los referidos fascículos o insinuando la existencia de plataformas conspiratorias.
Y lo peor es que a base de martillear y martillear consiguen atraer la atención de algunos. Pero cuidado, que ese mismo martilleo es el que acaba por aburrir y cansar, y los mismos que ayer eran fervientes defensores a ultranza de la teoría x, hoy son sus peores detractores.
Y así se llenan columnas de prensa, platós, minutos de radio, televisión y sobre todo redes sociales con debates y comentarios absurdos que terminan convirtiendo “chuminadas varias” en asuntos de estado. De hecho, yo mismo intenté crear una corriente de opinión sobre “El altramuz, ese gran desconocido” pero no conseguí captar muchos adeptos y el debate se apagó en muy poco tiempo. La segunda parte está al caer. “El altramuz, ese gran incomprendido”.
Es sorprendente la capacidad que tenemos para conseguir desviar la atención de los temas verdaderamente importantes. Los romanos ya lo sabían. Pan y circo y échate a dormir. No es la traducción exacta del latín, pero más o menos, andaba por ahí.
No hay nada como alejarse un poco, cambiar de aires, conocer otros sitios y otras gentes para entender que no somos el ombligo del mundo, para aprender a relativizar. Leer, también leer nos enseña a abrir la mente. Por eso me extraña que personas a las que por su trayectoria personal se les presupone una mente abierta, no sólo una ideología progresista sino una total confianza en el progreso, se enroquen en una lucha sin cuartel frente a los cambios. Sin argumentos.
Mi psicoterapeuta me preguntó en la última visita cual era mi proyecto para un futuro próximo, qué ilusión me motivaba y me sorprendí a mí mismo confesando que lo que me apetecía de verdad era huir, salir de aquí porque sentía que me ahogaba, porque la irracionalidad y el sinsentido crecían en mis entornos cercanos.
La historia es cíclica y las crisis se repiten a lo largo de los años, te ves envuelto en la misma neblina pero con más edad y más experiencia. El sabor agridulce de pensar que nada ha cambiado. Seguimos intentando expandirnos, abrirnos al mundo pero en cuanto percibimos cualquier pequeño cambio en nuestro orden establecido, nos revelamos, pero no en un acto de valentía por defender lo nuestro sino más bien con la cobardía que nace del miedo a lo desconocido. Y creo no equivocarme si digo que hasta donde me alcanza la memoria siempre he oído decir que Villena no avanza. Y antes me hubiera dejado la piel por demostrar que no era cierto, pero cuando ves que seguimos hablando de los mismos problemas de hace muchos años, tales como el soterramiento y el tejido industrial que no hemos sido capaces de hacer crecer, uno tiene que ser sincero consigo mismo y reconocer que avanzar, no avanzamos a una velocidad considerable.
Extraños seres somos, como diría el gran maestro Yoda. La fuerza es poderosa en nosotros, pero se nos va por la boca.
Un ejemplo práctico sobre algo que nos toca la fibra de pleno. Las fiestas. Pues bien, es hora de dejar de teorizar sobre ellas y empezar a pensar en cómo vamos a sacar adelante al sector artesanal que tan maltrecho ha quedado tras dos años de sequía. Es hora de pensar en cómo haremos para devolver la ilusión a los pequeños y mayores para que nuestras comparsas no queden “despobladas y sin un futuro”. Es hora de pensar en cómo nos sentiremos al escuchar de nuevo la música en las calles. Es hora de no tener miedo al cambio, de saber adaptarse y evolucionar como las actuales circunstancias nos exigen.
Y compartir mesa y mantel, aunque sea de diez en diez, para degustar un típico almuerzo villenero y escuchar, contar, debatir sobre mil y un tema, también por qué no, sobre cómo es posible que alguien haga un artículo hablando sobre los analistas de nada, meta por medio la teoría sobre “El futuro del altramuz” y termine hablando de fiestas. Pues por eso, porque un amigo me dijo un día que todo es mucho más sencillo.