La política del insulto y el PP de Villena
- 20 diciembre, 2024
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Cuanto menos, resulta muy llamativo y hasta hipócrita que aquellos que comparten afiliación con Pablo Casado, Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso, Cuca Gamarra, Miguel Tellado o Carlos Mazón pretendan dar lecciones de corrección y mesura en el trato que dispensan a sus contrincantes políticos. No arrojan dudas las alusiones
despectivas a las que recurren desde hace tiempo dentro de un contexto de polarización, pretendiendo deslegitimar las instituciones y provocando una peligrosa desafección ciudadana.
Quizás haya que recordarles cómo se las gastan sus correligionarios nacionales al descalificar y faltar al respeto continuamente al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. La lista de exabruptos es larga: “felón”, “traidor”, “okupa”, “mediocre”, “incapaz”, “mentiroso compulsivo” e “hijo de puta”. Este último despropósito está cargado de un desprecio no solo a la figura institucional sino, lo que es peor, a la persona y su familia, transgrediendo así cualquier límite. Por una parte, también evidencia un machismo militante e inaceptable en pleno siglo XXI y, por otra, que el dinero gastado en colegios e institutos de pago no sirve para comprar una buena educación.
Díaz Ayuso, muy lejos de pedir disculpas, presumió de su ordinariez y la convirtió en un chascarrillo sin ninguna gracia, “me gusta la fruta”, que todavía sigue despertando sonrojo y vergüenza ajena por su infantilidad y ausencia absoluta de decoro. El PP, un partido supuestamente serio, no la desacreditó por su afrenta. Al contrario, alabó la insidia de su lenguaraz dirigente autonómica. Sin embargo, ahora está dispuesto a incurrir en una flagrante incongruencia, desdiciéndose y considerando al “cobarde” y “ridículo”
Puigdemont y a sus “terroristas” y “golpistas” como socios fiables para hacer fracasar la legislatura y boicotear las medidas que están haciendo progresar a la sociedad española.
Miguel Ángel Salguero, como avezado aprendiz y tal vez para hacer méritos visto lo visto, en Villena no se queda atrás. Utiliza cualquier excusa para injuriar al alcalde, Fulgencio Cerdán, calificándolo de “mentiroso” y “manipulador”. Asimismo, menosprecia y denigra la profesionalidad de los responsables de la comunicación municipal, abusando de su pretendida locuacidad y de un sarcasmo altivo y faltón, con el soniquete del “departamento de propaganda”.
Pero cuando se define con exactitud léxica al portavoz del PP como un “incompetente” por su falta de diligencia y manifiesto desconocimiento sobre la realidad del suelo industrial, se hace el agraviado, acudiendo entonces al victimismo y la falsa modestia. Parece que su excesivo orgullo y su arrogancia le hacen muy vulnerable al recibir su propia medicina.
Más allá de las palabras, existen otras formas menos explícitas, pero también poco edificantes e igualmente ofensivas, que el PP local practica de manera asidua sin ningún rubor. No solo afectan al adversario sino a la población en su conjunto.
1. Insulta a la inteligencia cuando tergiversa los datos, niega la realidad e ignora las evidencias a partir de una exagerada discrepancia que se inspira en argumentos inverosímiles. Ocurrió recientemente con las noticias acerca del bajo precio del suelo, el crecimiento demográfico y la disminución de la tasa de desempleo. Factores que atestiguan el buen momento por el que pasa nuestro municipio como enclave de oportunidades y de crecimiento socioeconómico.
2. Insulta el interés público defendiendo políticas que sólo benefician a unos pocos, por ejemplo, priorizando el negocio y el enriquecimiento de las empresas constructoras frente al derecho constitucional de acceso a una vivienda digna. Mientras, considera falsamente como “obras electorales” las mejoras llevadas a cabo en infraestructuras esenciales que favorecen a toda la ciudadanía. Además, continúa apostando por medidas fracasadas que generaron en los mandatos de Aznar un aumento del precio de las edificaciones, una considerable corrupción y una burbuja inmobiliaria especulativa cuyos efectos negativos aún estamos sufriendo.
3. Insulta a los electores proponiendo medidas nada creíbles y bastante demagógicas si atendemos a los antecedentes. El eslogan de la última campaña electoral de Salguero fue “No es política, es Villena”. Un lema tan incoherente como populista e inapropiado. La Política, con mayúsculas, no es un problema sino la necesaria solución, el instrumento válido y deseable en una sociedad avanzada para acordar y garantizar la gestión eficiente de la “polis”, la ciudad, y los asuntos públicos. Además, Salguero ingresa un sueldo cada mes desde hace años por su cargo político en el ayuntamiento y aspira a ser alcalde algún día. Algo que no ha ocurrido porque, a pesar de ser la lista más votada, el PP perdió las elecciones. La democracia representativa implica que se debe lograr el apoyo mayoritario de la Corporación que legítimamente ha salido de las urnas. Por eso el PP debería ser más respetuoso con la voluntad expresada democrática y libremente por la ciudadanía en los sucesivos comicios. Algo difícil de entender para un candidato que fue puesto a dedo por Carlos Mazón, sin ningún proceso democrático ni la participación directa de la militancia.
4. Insulta al sentido común y carece de autoridad moral porque ahora se escuda y se justifica en la petición de estudios e informes. Cuando son los mismos responsables que han hipotecado a varias generaciones de villeneros y villeneras por construir una piscina cubierta y rehabilitar una plaza de toros sin ninguna planificación ni documento de viabilidad ni estrategia de explotación. Los años y los hechos han demostrado que ambas instalaciones son un lastre para las arcas municipales, socialmente insostenibles y económicamente deficitarias.
5. Insulta a los villeneros y las villeneras con una actitud derrotista, torticera y negativa que no aporta nada, solo conflicto y un falso descontento a cuenta, incluso, de las potencialidades y los logros colectivos que como municipio estamos consiguiendo con mucho esfuerzo entre todos y todas. El PP pretende crear un estado generalizado de desánimo, transmitiendo una sensación injustificada de caos. Se basa en el oportunismo y en una crítica destructiva que solo busca desgastar al equipo de gobierno y rentabilizar partidistamente su papel de oposición, una postura legítima pero no ética ni lícita.
Desde el Partido Socialista animamos al Partido Popular a que fiscalice nuestra labor de gobierno, como es su función, pero sin incurrir en deslealtades ni malas artes. Que discuta y critique nuestras medidas, pero presentando alternativas fundamentadas y rigurosas sin alterar la convivencia. Estamos convencidos de que todos y todas saldremos ganando. Por nuestra parte, seguiremos dando lo mejor cada día, aprendiendo de los posibles errores, liderando y poniendo en marcha iniciativas con el convencimiento de que contribuyen a la prosperidad de nuestro municipio. Y no son solo palabras.