Haíti: Evitar la injusticia que multiplica la destrucción ante las emergencias, fortalecer un estado de derecho que responda a las necesidades de la población

  • 22 enero, 2010
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Haíti: Evitar la injusticia que multiplica  la destrucción ante las emergencias, fortalecer un estado de derecho que responda a las necesidades de la población

Tras la catástrofe en Haití la Asamblea Verde,  al tiempo que expresa  su dolor y su solidaridad con  las víctimas, quiere manifestar  la necesidad no sólo de mirar  las consecuencias de  la fuerza del terremoto, sino de valorar las consecuencias de la injusticia crónica que vive este país. La Asamblea Verde hace un llamamiento para que más  allá de la recogida de fondos se insista en propiciar cambios en el interior del país  y en los organismos internacionales para que  impidan que el 80 % de la población Haitiana siga permaneciendo en la pobreza como antes del temblor de tierra y que la deforestación siga avanzando (sólo quedan el 4 % de los bosques de este país).  

     En la década de los setenta, Haití era autosuficiente en la producción de los alimentos que necesitaba, ya que producía el 90% de sus necesidades agrícolas. Pero en la actualidad importa más de la mitad. Haití, incluso antes del terremoto, era un país sin recursos, porque se le había privado de los recursos a los que tenía derecho.   

     Aunque España, la UE y los Estados miembros hayan anunciado  el aumento del importe de la ayuda que se dona para Haití (130 millones de euros ahora y 200 a largo plazo), este dinero no tiene sentido si no se dirige a garantizar un funcionamiento   democrático de los servicios públicos en Haití y un desarrollo de políticas ecológicas, agrícolas y comerciales que garanticen   la defensa de los derechos del pueblo haitiano.     

     Se corre el riesgo de que parte de la ayuda que ahora se dirige se condicione con compras  de bienes o equipos en los países donantes o  a la aceptación de políticas  económicas contrarias al interés de las mayorías pobres de Haití y del medio ambiente. Los países donantes deben huir de la tentación de considerar el terremoto como un buena oportunidad de negocio al   participar de los proyectos de reconstrucción.  

     La ayuda humanitaria es urgente, pero no es suficiente. Los pobres que hoy sufren la inasistencia tras el terremoto ya estaban inasistidos  por las políticas neoliberales impuestas por el BM y el FMI.  La primera manera de ayudar a Haití  es respetarle  y permitirle beneficiarse de sus propios recursos.  Hay que  exigir cancelar la deuda pública externa de Haití (ascendía a 1885 millones de dólares en 2008)  y trabajar por  cambiar  las condiciones de explotación de este país y de tantos otros. 

     El dinero no sirve si no se gasta bien y entendemos que una manera fundamental de gastarlo bien es promover formas de gobierno democráticas .

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