‘Hacer la carretera’ ¿Un trabajo como otro cualquiera?

  • 25 agosto, 2015
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‘Hacer la carretera’ ¿Un trabajo como otro cualquiera?

Era la primera vez que Teresa circulaba por aquella carretera comarcal. Por eso le sorprendió que, en cada cruce, ensanche  o vía de acceso a la carretera se encontrara una chica sentada en una silla o sillón de playa en posición provocativa. Algunas tenían un automóvil a su lado. Otras, estaban solas ¿estarían rodando alguna película con la temática de la prostitución? No, no había cámaras por ninguna parte. Lo más probable -pensó Teresa- es que alguien las haya dejado ahí de forma voluntaria o previamente convenida para “hacer la carretera”. Eran sobre las once de la mañana cuando las vio y a su regreso, sobre las siete de la tarde, todavía seguían allí -“imagino que se habrán marchado para comer, pero incluso así, la suya es una jornada si no intensiva, al menos extensa en tiempo,” -se  dijo con tristeza.

La carretera, lugar de paso obligado para tantos y tantos hombres que van y vienen de unas ciudades a otras,  dicen algunos que es un buen lugar, para que las chicas desaprensivas puedan obtener dinero fácil. “¿Fácil?” -Se preguntó Teresa con rabia- “¡cómo va a ser fácil chupársela o dejar que te la meta un tipo asqueroso y maloliente al que no conoces de nada!” “lo único que estas chicas tienen fácil es obtener un  bronceado salvaje en los días soleados, eso siempre que usen la adecuada protección solar en piel y cabeza, de lo contrario, lo más probable es que cojan una insolación, que padezcan un eritema solar e incluso a largo plazo, que lleguen a desarrollar un melanoma, o lo que es peor: un carcinoma en alguna parte de su maltratado cuerpo”.

“Aunque tomen todas las precauciones contra el sol y en el dudoso caso de que estén allí por propia voluntad, no sé hasta qué punto puede resultarles fácil hacer una felación o aceptar una penetración de cualquier desconocido o ¿acaso tendrán posibilidad de seleccionar al cliente? No creo. Quienes tienen esa facultad son las de alto standing y esas  toman el sol en hoteles de lujo, no en la carretera. A todos los peligros que  acechan a estas mujeres en la carretera hay que añadir el agravante del aislamiento y la soledad en que se produce el intercambio, pues ante cualquier agresión no tienen posibilidad alguna de ser auxiliadas”.

Teresa, que conducía su propio coche, viajaba hacia la costa cálida. Iba a pasar el fin de semana en compañía de una amiga, pero desde que vio a aquellas mujeres en los recodos de la carretera, sentadas y abiertas de piernas en paciente espera del cliente-demandante de sexo, no paraba de pensar en ellas, en el motivo que las a llevó allí. No creía como dicen algunas personas que lo hicieran por ganar un dinero fácil. “Es posible -decía Teresa a su amiga cuando se lo contaba- que hayan llegado a la carretera huyendo del prostíbulo o club de alterne, donde el empresario, el chulo o proxeneta las explotaba  descaradamente. Puede que pensaran: “al menos en la carretera seremos más autónomas, seremos nuestras propias jefas”. Pero se equivocan. Tampoco en la carretera son libres, ni independientes… si acaso, pueden ganar algo más de dinero que en el club, aunque eso únicamente las que trabajen por libre, porque también en la carretera hay de todo: protectores, chulos o proxenetas… y también camicaces, energúmenos al volante… la carretera en suma puede definirse como un lugar especialmente peligroso para ellas, tanto que, incluso podría convertirse en el escenario de su muerte.

-Pero todo eso se acabará cuando se regularice su situación -dijo su amiga- entonces podrán trabajar en mejores condiciones.

– ¿Tú crees que esa es la solución?

-Todos lo dicen: el gobierno, los clubes de alterne, las prostitutas…

– ¿Tú crees como dicen muchos que esa es la profesión más antigua del mundo?

-no  sé, no tengo muy claro que pueda considerarse una profesión, porque a pesar de que esta actividad ha existido siempre lo cierto es que la mujer que se dedica a ella es la que más nombres tiene y todos ellos peyorativos. Voy a hacer un recuento de algunos de ellos: prostituta, mujerzuela, ramera, meretriz, cortesana, zorra, perdida, pendona, hetaira, golfa, fulana, guarra, furcia… y puta, uno de los más usados y con el que se llenan la boca al pronunciarlo. Además, -añadió Teresa- la palabra puta es también utilizada como el mayor insulto dirigido a una mujer, o para insultar a un varón mentando a la madre.

-Y  ¿qué hay de quienes utilizan sus servicios? -Continuó Teresa- Al que va con putas se le llama putero ¿no? ¿Tienes un diccionario de sinónimos?

-Sí, aquí está.

-Vamos a buscar sinónimos de putero. A ver ¡aquí está! ¡Lo que me temía! ¡No hay ningún sinónimo de putero! ¿No te parece por lo menos sospechoso?

-Sí, muy sospechoso Teresa. Creo que en adelante voy a poner en cuarentena lo que me digan sobre este tema, pues todo tiene trampa.

-Sabes Elisa, cuando alguien dice que las prostitutas, a quien yo prefiero llamar prostituidas estarían mejor si se regulara su actividad como si fuera un trabajo igual que cualquier otro, automáticamente pienso que se trata de alguien que quiere montar o tiene montado un club de alterne y quiere asegurarse poder explotarlas legalmente. Y cuando alguien insiste en que éste es un trabajo como cualquier otro, en seguida le digo que si de verdad lo cree debería pedir que se cree la rama de formación profesional correspondiente para que se pueda ejercer con la debida cualificación. Además, le digo también que si tan buena opción le parece puede animar a su hija si la tiene y a otras mujeres de su familia a estudiar para ejercer este oficio.

-Estoy totalmente de acuerdo contigo Teresa, aunque no sé si las mujeres que se dedican a ello pensarán lo mismo porque es un colectivo bastante heterogéneo y disperso y por tanto difícil de aunar…

-Eso es verdad Elisa, además las más concienciadas están muy influenciadas por la concepción supuestamente liberadora del derecho al uso del propio cuerpo, que en este caso creo yo que es engañosa. Dicen que venden servicios sexuales, igual que otras personas venden su fuerza de trabajo físico o intelectual, pero yo creo que no es lo mismo, porque ¿quién garantiza que esa venta se realiza libremente?

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