Feliz papel, feliz Navidad
- 31 diciembre, 2020
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Todos hemos tenido un “peor” de nuestras vidas; el peor momento de nuestras vidas, el peor día de nuestras vidas, el peor año de nuestras vidas, las peores vacaciones de nuestras vidas, el peor examen de nuestras vidas, el peor viaje de nuestras vidas…
Y cuando lo decimos, lo decimos convencidos de que después de aquello, nada peor nos puede pasar. Pero sí, todos los “peores de nuestras vidas” se superan con el siguiente “peor de nuestras vidas”.
Y si de repente todos los peores de nuestra vida deciden quedar a tomar un café o una copa para competir por ser el mejor peor de nuestras miserables vidas, nos puede tocar un año de mierda como el que ha sido el 2020. Perdonen la expresión, pero es que no encuentro una definición más descriptiva de lo que ha sido este añazo de los c….
Nos ha tocado confinarnos, desconfinarnos pasito a pasito, suave, suavecito, enmascararnos no, enmascararnos sí, como la Tarara pero según la tonadilla de la OMS y la conveniencia de nuestros iluminados gobernantes, tocarnos de queda, aunque a algunos les rechinen los dientes con la expresión, cerrarnos perimetralmente, aprender repostería, restauración de muebles, intentar suplir a los maestros pese a nuestras carencias, dejarles el móvil a los chiquillos para que conectaran con el mundo exterior, sus amigos, sus profes, pasar horas delante del ordenador. De repente lo que les teníamos tajantemente prohibido, se convirtió en una brillante solución, un hábito necesario que diles tú ahora otra vez que el móvil de papi no se toca.
Y pensar, pensar mucho hasta rozar lo locura, para tratar de resolver el misterio de la desaparición del papel higiénico de todos los estantes de los grandes y pequeños comercios. Lo primero que pensó uno, es decir, lo primero que pensé yo, es que los visionarios o videntes o futurólogos del mundo de lo invisible y paranormal, sabían que la cosa iba para largo y no se veían volviendo a la antigüedad, aquellos años en que, después de hecha la faena, tocaba limpiarse con una piedra, la hoja de algún vegetal próximo, el papel de periódico o aquel papel de lija que traía dibujado un elefante. Precisamente la evolución del ser humano puede verse claramente en la evolución del papel higiénico, cada vez más suavecito a la vez que resistente, cuando no aromatizado. Ahí, ahí radica la diferencia entre una sociedad avanzada y desarrollada y otra sociedad anquilosada y anclada en la más obsoleta tradición. Negacionistas del bidé, aparte, claro está. La calidad del papel higiénico que uno usa marcaría incluso las diferencias entre clases sociales, marcas blancas y dos capas para la plebe y marcas de reconocido prestigio en el mundo de la celulosa con hasta cuatro capas, para las clases más altas. Aunque al final, el resultado sea el mismo, culito de rana.
Luego empezaron los retos: tratando de hacer equilibrios sobre o con los rollos de papel higiénico. Arriba, abajo, paso, paso y vueeeelta, sin que el rollo toque el suelo. Los más hábiles utilizaron incluso el tubito de cartón para hacer manualidades con la chiquillería. En eso se parece el rollo de papel al cerdo, en que se aprovecha hasta el rabo. En este caso, hasta el tubito. ¿Y cómo supieron algunos lo de los retos con el rollito antes que otros e hicieron previo acopio de material dejando desabastecidos al resto de los mortales? ¿Qué programa de cuarto milenio me perdí?.
Pero no sólo de papel higiénico vive el hombre, claro está. Mientras elaboraba teorías abstractas sobre el misterioso consumo a granel del papel higiénico, y ya que tocaba vivir de puertas para adentro, aprovechamos para hacer limpieza grupal de trastos, cachivaches, darle la vuelta a los muebles del salón, que pareciera otro ambiente…vamos. Vivir día a día, esperar a que pasara esto para retomar proyectos y planes aplazados por narices. Nada original, nada que no haya hecho cualquier familia de clase media durante este tiempo. Lo que se esperaba que hiciera la clase política española, soltar lastre, limpiar hacia dentro, no embarrar, solucionar el día a día sin grandes anhelos más que sacarnos de esta puñetera crisis.
Quizás debieran haber dedicado más tiempo a elaborar teorías sobre la escasez de papel higiénico y decir menos mentirijillas, contradicciones. Prioritario, salir de ésta y luego ya si eso, empezar a cambiar leyes y tal, que con los decretos ya hemos estado bastante entretenidos. La resolución que más me ha gustado es la que ” autoriza a que los Reyes Magos realicen un recorrido en pueblos y ciudades a bordo de vehículos de transporte”. Entonces, los que esperábamos que Papá Noel tuviera un detalle con nosotros por haber tenido el año que hemos tenido, olvidémonos. La autoridad competente en nuestra comunidad, no le autoriza la entrada. No especifica si se le va a cerrar el espacio aéreo, si habrá controladores vigilando que no se les cuele el trineo. Es que tiene que ser chungo tratar de hacerle la PCR a los jodios renos. Pero vamos, que lo mismo que les han suprimido los camellos a los Reyes Magos, podían haberle puesto un taxi a Papá Noel. Pero tal y cómo está el panorama, el titular de la corona intentando preservar la institución pese al cuñao y el emérito dado a la fuga, , hay que reforzar la monarquía y el traje rojo de Santa, aunque se lo pintara Cocacola, tiene tintes demasiado republicanos.
En fin. Que cuando ya pensaba darme por vencido con el misterio del papel higiénico, me doy de narices con un escaparate dónde luce espléndida una pila de rollos de papel de inmaculado blanco, ordenados en pirámide, formando un árbol de Navidad, con sus bolitas y todo, y dónde se puede leer con total claridad un cartelito que expresamente dice: “Un árbol de Navidad para despedir un año de mierda”.
Una auténtica genialidad. Si cada familia ha hecho un arbolito del estilo del que describo, con los excedentes del papel que les quedó sin usar en casa, misterio resuelto. Yo sólo le conocía una finalidad al papel higiénico y esta pandemia me ha abierto los ojos y el alma al maravilloso mundo sanitario, decorativo, gastronómico, deportivo, de entretenimiento y diversión del mal llamado y vilipendiado “papel del culo”.
Sin palabras. No puedo despedir este 2020 sin brindar con vosotros por el maravilloso papel higiénico, protagonista indispensable de este año de kk.
Feliz Navidad y que los rollos de papel nos acompañen