Ese viejo proyecto

  • 22 noviembre, 2015
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Como si del Guadania se tratase, cada cierto tiempo consigue emerger de las profundidades el asunto de las vías del tren a su paso por Villena; ha sido proyecto estrella en los programas electorales durante las últimas décadas; han surgido diferentes plataformas e iniciativas que, más tarde, han sido relegadas a un segundo plano hasta pasar prácticamente al olvido; se han puesto sobre la mesa diferentes opciones para encontrar una solución a una problemática que, lejos de verse cercana, suena cada vez más a utopía.

 

Y cuando parecían otras las preocupaciones del día a día, cuando eran otros los temas que generaban polémicas y disputas entre nuestros políticos, llega el actual gobierno municipal y desempolva el asunto de marras. Y además, lo hace sin descartar ninguna de las propuestas planteadas en el pasado. Que si puede ser soterramiento, bien; si no, pues nos conformamos con alguna de las demás opciones. Cualquier posibilidad antes que continuar con una situación que, por tercermundista, raya en el surrealismo. Sin embargo, a fuerza de fracasos, el nuevo anuncio ha sido acogido con moderada frialdad, casi diría que con escepticismo.

 

No es algo nuevo. Ya en la Edad Media, vivió Villena una situación parecida. Y como entonces, lo que a priori vino a ser una ventaja para la población, terminaría por convertirse en un problema. Me refiero a la muralla que, durante más de tres siglos, se ocupó de la defensa de sus habitantes. Apenas un siglo después de que Don Juan Manuel ordenara su construcción, se convirtió en un corsé, dificultando la evidente necesidad de expansión de una villa que aspiraba a ser algo más. No obstante, fue mayor esa necesidad  y terminó por imponerse de tal modo que, hoy día, de la muralla medieval apenas se conservan unos cuantos lienzos.

 

Tiempo después, se produciría un hecho trascendente para la población: la llegada del ferrocarril  a mediados del siglo XIX que, si bien supuso un importante avance, vino a condicionar nuevamente la libertad expansiva hacia el oeste. Una vez más, Villena se veía privada de su necesidad de crecimiento – la sierra de la villa a un lado, las vías del tren al otro – problema que aún hoy subsiste y que condiciona su desarrollo urbanístico, amén de las incomodidades con que se encuentran a diario quienes necesitan desplazarse al polígono industrial.

 

            Hoy, como ayer, nos encontramos, con un problema que viene a lastrar el normal desarrollo de nuestra ciudad. Pero hoy, a diferencia de ayer, no parece que vaya a imponerse la necesidad de crecer. Puede que las circunstancias sean otras, puede que también lo sean las voluntades; pero, de un modo u otro, debemos seguir conviviendo con las colas, los retrasos y, sobre todo, con la pérdida de oportunidades de crecer más allá de las tierras que se extienden al otro lado de vías del tren.

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