Del negro al rosa, pasando por el gris
- 28 noviembre, 2014
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Una de las peores noticias que puede recibir una madre, es que su hijo tiene una enfermedad para toda la vida. Me acuerdo que fue un miércoles, y que mi hijo tenía 15 meses. Al salir del centro de atención temprana de Apadis, ni sentía, ni veía, ni oía. En ese mismo instante el color NEGRO se instaló en nuestras vidas y sin darnos cuenta se abrieron las puertas de la discapacidad.
Tras hacerle las pruebas correspondientes, se confirmaba, mi hijo fue diagnosticado como Síndrome del Espectro Autista. Un mundo desconocido se abría ante nosotros, así como también las puertas de APADIS. Unas puertas que formaban parte de un gran muro al que nos teníamos que enfrentar y no sabíamos cómo hacerlo.
Como todo al principio, fue duro. Durante dos años estuvimos trabajando sin apenas ningún resultado. El abuelo y yo, íbamos dos veces a la semana a Atención Temprana, para que recibiera sus sesiones de aprendizaje, y de la misma manera, nosotros también debíamos aprender a relacionarnos con él, y a ayudarle en todo lo que hiciera falta. Fue realmente duro.
A nivel personal, la depresión se instaló en mi vida, y la culpabilidad también. Muchas preguntas sin respuesta. Me encerraba en mi habitación, lloraba hasta conseguir desahogarme, y recuperar fuerzas para salir de nuevo con una sonrisa y dispuesta a luchar por mi hijo.
Hacía los cuatro años, comenzó a hablar y a comprender. El NEGRO se fue volviendo GRIS OSCURO, y poco a poco, con mucha paciencia y trabajo, se convirtió en GRIS CLARO.
Pudimos entrar en su particular mundo, tanto profesores como familia comenzamos a trabajar en el aprendizaje de la lectura, las matemáticas,… y a enseñarle como desenvolverse en el mundo que le rodeaba.
Echamos la vista atrás y han pasado once años, con vivencias de todo tipo, pero de los cuales vemos hoy el resultado obtenido. Tengo un hijo maravilloso, educado, parlanchín, con sus buenos y malos momentos, como todo ser humano.
En nuestras vidas ya no está el color NEGRO, todavía queda GRIS, pero hay más AZUL y también ROSA. Todo ello ha sido posible, gracias a la valentía de quién les habla, una madre luchadora con el apoyo de sus abuelos y por supuesto con el apoyo y dedicación de los profesionales de APADIS, que se han convertido en nuestros AMIGOS. De su mano hemos ido superando todos los miedos y preocupaciones relacionados con la discapacidad. Gracias por estar ahí y luchar con nosotros.
No me quiero despedir sin dejar un mensaje de ánimo, de esperanza y de ganas de luchar para todas aquellas familias que reciben la noticia de tener un hijo o hija con discapacidad. No están solos. Hay madres y padres como yo, dispuestos a apoyar, a echar una mano o a poner el hombro cuando sea necesario. Y también está APADIS, dónde sus profesionales os ayudarán y acompañarán en todo lo necesario.
3 DE DICIEMBRE. DIA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD.