De fines de curso y graduaciones
- 2 julio, 2024
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Aunque el tiempo ha estado un poco loco, parece que por fin ha llegado el verano, salvo reventones térmicos y otras sorpresas de última hora. Junio ya huele a vacaciones. Bueno, antes habrá sido el turno de los exámenes finales, las pruebas para acceder a la Universidad (en mi etapa selectividad, ahora PAU, por la moda de ir cambiando los nombres como los planes de estudios cambian según gobierne uno u otro partido político). En resumen, los últimos coletazos de un curso que se acaba.
En estas fechas, ya habremos vivido las tradicionales fiestas de fin de curso. Convivencia de padres y alumnos en los centros escolares que también han ido adaptándose a los nuevos tiempos, aunque la esencia permanece. La esencia siguen siendo los bailes de fin de curso. Que yo recuerde, en mi etapa escolar, de esto antes se encargaban los profesores de educación física, formaba parte de la asignatura y el resultado ya dependía de la gracia que cada uno le pusiera al bailar. La mía era poca.
Luego ya se encargaron los padres y madres. Normalmente suelen ser las mamis y no los papis. En este sentido poco hemos cambiado: las mamis, el baile, los papis, el fútbol. Por suerte siempre hay alguna mami habilidosa para enseñar a bailar. Pudiera darse el caso de que fuera algún hermano mayor que sea apañaico con las coreografías y , si no, queda la opción de que por un módico precio, pueda contarse con la ayuda de un monitor de tiempo libre que se encargue de que los chiquillos se aprendan los pasos para el día del debut hacer las delicias de padres, abuelos y familiares. Cuando la educación Primaria terminaba a los 14 años, los bailes llegaban hasta esa edad. Claro.
Ahora ya no, los bailes de fin de curso se acaban en sexto de Primaria. Para la secundaria ya no pegan; quedan como muy de niños. Pero es que, no olvidemos que es lo que siguen siendo, al menos durante los dos primeros cursos de la ESO, niños. Esas son las recomendaciones del profesorado de los institutos. Que no son mayores por el hecho de cambiar de centro a tan temprana edad; que no son totalmente autónomos y que siguen precisando nuestra vigilancia.
Antes, y con antes me refiero a mi etapa de colegial, el cierre de la etapa escolar suponía un cambio brutal en las dinámicas de estudio y comportamiento. Al llegar al instituto te esperaban entre otras cosas, las novatadas. Y el mero hecho de sentirte más libre, con menos presión por parte de la familia, menos “deberes”, más autonomía para organizar las horas de estudio etc., en ocasiones nos llevaba al desboque. Recuerdo una frase muy repetida por la tutora de lo que era 8º de EGB: “ Los sobresalientes aquí se convierten en bienes en el instituto”. No había que relajarse y menos confiar en la memoria rápida. La técnica de “me lo leo y se me queda” flaqueaba porque los contenidos eran más densos.
Y si uno no quería pasar por el instituto, podía hacer Formación Profesional (FP) con poca variedad, nada que ver con los muchos grados medios y superiores con los que cuentan ahora nuestros descendientes o, trabajar, que con 14 años ya uno estaba preparado para trabajar. Así que, 8º de EGB era para muchos el fin de la escolaridad y la incorporación a un mundo de adultos.
En los últimos tiempos cada fin de etapa se ha convertido en una fiesta. Han llegado para quedarse, las GRADUACIONES. Lo único parecido que yo he vivido a una graduación fue al terminar la carrera. La orla, un diploma y un pin. Ahora las graduaciones empiezan en educación Infantil, para celebrar el paso a Primaria. En 6º de Primaria, para conmemorar el paso a la ESO, que también termina con graduación. Después la de Bachiller o la de Fin de Grado. Y cada una de ellas tiene un toque agridulce, cierras un ciclo, empiezas otro, dejas la seguridad atrás y emprendes nuevos retos, cumples años y vas alcanzando objetivos.
¡Qué bonitas son, leches! Por lo menos las fases no quedan diluidas en el tiempo y en la memoria que poco a poco va flaqueando. Siempre hay un recuerdo, un momento concreto al que anclar el fin de lo que sea. Posiblemente, también ésta es una costumbre que hemos copiado de otras culturas. A mí me suena a película norteamericana en la que los chavales de instituto parecen padres y los alumnos tienen un montón de tiempo libre para salir de fiesta, trabajar, ligar, e incluso investigar crímenes. Aquí todavía no vuelan los birretes al finalizar el discurso del alumno más aventajado. Pero, tiempo al tiempo, que somos los mejores no solo en copiar costumbres, sino en superarlas. Estén preparados.
De momento y desde aquí, mi más sincera ENHORABUENA a todos los GRADUADOS, tengan la edad que tengan, y vengan de donde vengan. ¡DESPEGAMOS!