De brotes y otras cuestiones
- 16 febrero, 2023
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Desde que casi por azar, terminé en el teatro viendo el monólogo de Ángel Martin (el de Por si las voces vuelven y los Informativos matinales en un minuto) vengo rumiando algunas cosa. Me reí a gusto y bien. Se me hizo corto. Partiendo de la base de que el actor da más o menos por hecho que quienes vamos a ver su espectáculo tampoco andaremos muy bien de la testa, dejó caer la idea, nada mala, de crear un grupico de whatssap que pudiera llamarse “ Loquitos Villena” o “ Los pastis”: ¿Tranquimazid? Respuesta coral: ¿Qué si tengo o que si quiero?. Carcajada general de los asistentes.
Cierto que desde el confinamiento y la pandemia, los medicamentos más buscados en las farmacias eran las pastillas para dormir, relajantes varios etc. Unas y otras, las de composición natural y las más químicas, tuvieron su boom en ese momento. Seguro que se multiplicaron los procesos depresivos y la angustia, el dolor por la pérdida de seres queridos de los que no pudimos ni siquiera despedirnos, duelos interminables…
Ángel trata con total naturalidad y mucho humor la necesidad de medicar, como cualquier otra dolencia, las enfermedades mentales. A veces para atajar los síntomas y poder después tratar el problema desde el fondo, la razón, el porqué. Pero vivir un brote psicótico es otra historia. No es que sea un experto pero algo he visto y es flipar, pero flipar, con la realidad en la que está viviendo nuestro amigo, familiar. Es imposible adentrarse en ese mundo o saber qué narices está pasando. Uno llega a plantearse si es “locura” o ese sexto sentido, esa inteligencia superior la que los hacer ver aquello a lo que no alcanza nuestra mirada. Esos personajes que pululan por la habitación, las voces, o que te digan incluso que ven tu aura y es de tal o cual color. ¿Brote o milagro? Uf, que complicado, y qué miedo da. El temor no es hacia ellos sino por ellos, a lo que puedan hacerse. Sabes que tienes que pedir ayuda por él, porque no es consciente de que algo esté funcionando mal, y luego, cuando se los llevan, cuando pasas semanas sin verlos, te asalta ese sentimiento de culpa que se queda ahí un tiempo, por el internamiento al que lo has conducido, porque casi lo has llevado con engaños, en secreto, porque sientes que lo has traicionado, que eres un chivato…
De todo eso habló Ángel pero claro, con un gran sentido del humor, aderezado con unas risas, tan necesarias. De eso y mucho más, pero me quedo con esa hilarante crítica a unas fotos tristemente de moda. Las fotos de alguien que sujeta la mano de quién está a punto de encontrarse con la muerte. No lo había pensado, hasta ese momento. Esas fotos me provocaban ternura pero visto dese la perspectiva que Ángel le da, estamos tan acostumbrados a exhibir cachos de nuestras vidas que se nos olvida que hay momentos tan íntimos que deben quedar para nosotros, y uno de esos debería ser esa despedida final. La foto de esas manos entrelazadas acompañadas de frases tipo “hoy se abre el cielo, hoy un ángel velará etc” ya no me parecen tan entrañables. Nos preocupamos tanto porque el mundo sepa cómo vivimos que se nos olvida disfrutar de lo que vivimos.
Yo me confieso adicto no tanto a subir historias sino a seguirlas. Me encanta saber de la vida de los demás. Dónde han estado, qué han comido, que tal le ha salido a su prole tal o cual cosa, que día se casaron, qué aniversario celebran y todas esas cosas. Se nota cuando uno está de buen humor, porque lanzamos chascarrillos que nos vamos encontrando por ahí y que nos arrancan una buena carcajada. Todo un universo para explorar y descubrir. Si el día nos pilla apáticos, sosos y un poco depres, proliferan las frases “inventadas y atribuidas a El Principito”, las de subir la autoestima, y ese ánimo, vamos, no decaigas, sé fuerte etc. Y por ahí podemos saber cómo se siente medio mundo. El otro medio es el que no publica.
Por ejemplo, mañana será 14 de febrero, Día de los enamorados, y los estados de whatssap, las historias de Facebook, Instagram, tik tok y similares se llenarán de fotografías de flores, bombones, tarjetas, caminitos de pétalos de rosas y frases sobre el amor. También los habrá que publiquen frases, fotos, vídeos dedicados a sus ex. Los despechados. Esta manía nuestra de hacer saber al mundo con qué pie nos hemos levantado éste u otro día y qué se nos ha cruzado por la cabeza, lo que hemos almorzado, si nos hacemos la cervecita al medio día, la foto del sobrecico de azúcar, la paella del domingo etc pero mañana, 14 de febrero, toca estar enamoradísimo. O estar o aparentar. Aunque los mejores “chismes” serán los de corte burlón, ingeniosos. El caso es que se note, que se note que es 14 de febrero.
Los que nos pasamos el día de los enamorados por salva sea la parte o no nos hayamos acordado de comprar un detallito, nos excusaremos diciendo que el día de los enamorados tiene que ser cada día, que no estamos para hacerle la fiesta a la galería comercial de turno y tópicos similares, aunque, si al llegar a casa nos encontramos una cara larga, lo más que alcanzaremos a decir será un “ se me ha pasado, lo siento”. A lo que nos replicarán aquello de “amar significa no tener que decir nunca lo siento” (LOVE STORY) que esa frase pasó a formar parte del ideario popular y hay que ver, cuánto daño ha hecho.
A intentar capear el temporal con unos arrumacos especialmente melosetes y que sea lo que tenga que ser.
Feliz día. O como diría Ángel: “ A hacer cosas, os quiero”