Buscando palabras
- 3 enero, 2020
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Ando buscando las palabras para un epitafio. Las ando buscando y no las encuentro. Ando buscando una frase capaz de resumir una vida. La busco entre mis recuerdos. Entre olas y arena de un día de verano lleno de neveras y tortillas de patatas. Las rebusco entre los pasodobles del mes de agosto en el pasillo de casa. Escudriño los recuerdos en una cabina telefónica en la que había que hacer colas para una llamada cada semana. Rastreo los «hoy no llegues tarde» o «antes de la diez en casa». Intento recordar su cara cuando vio por primera vez a Antonio, a Miguel o a Carolina.
Intento buscar palabras mayúsculas para momentos minúsculos, de esos que se cuelgan en la memoria sin saber porqué. De esos que escriben el relato, que engarzan los grandes momento y le dan sentido a una vida. Quiero resumir una vida sencilla, cuajada de instantes tan mínimos y tan trascendentales como los besos, los abrazos o las palabras de apoyo cuando más lo necesitas.
Necesito empaquetar, constreñir y sintetizar una vida cargada de aprendizajes. Los que recibió y los que dio. De ella aprendí a querer sin esperar nada a cambio. Aprendí a dar sin recibir. Aprendí a renunciar a algo que quieres mucho por alguien a quién quieres más. Aprendí que la mayor fuerza es reconocer que eres débil, a aceptar mis flaquezas y a comprender de mis fragilidades. Aprendí a querer la vida, a aferrarme a ella y a disfrutar de las pequeñas cosas, las más insignificantes, las más humildes así como a agarrarme a los grandes momentos, a deleitarme en ellos y dejarlos escapar.
Ando buscando palabras que no encuentro. Ando de puntillas entre mis recuerdos por no quebrarlos, por no ensuciarlos. Ando sujetando un futuro del que ella ha desaparecido e intentando retener un pasado donde ha quedado para siempre. Ando viviendo porque ese fue su mayor legado, la vida. Ando dando gracias por los años vividos con ella. Ando buscando risas entre los llantos, y las encuentro porque de ella aprendí a acercarme a los demás como bálsamo contra la tristeza y a querer la vida con pasión derramando bondad a raudales. Ando, camino, busco, rebusco y me topo con las palabras de Machado «soy, en el buen sentido de la palabra, bueno» y ella fue sin duda en el mejor sentido de la palabra, una mujer buena».
Para Conchi
Para mamá
4 Comments
Emocionantes tus palabras.Animo a toda la familia
Que palabras más bonitas.
Antonio, no habrás encontrado ese epitafio que buscabas pero con tus palabras has definido totalmente el amor que llevas dentro y el recuerdo de Conchi que será eterno.
Un abrazo
Las lágrimas se evaporan ella está en mi corazón. Y nunca podré olvidarme de una persona tan extraordinaria como fue y será ella. No dejaba a nadie indiferente. Ella la marcaba con su silencio, su sonrisa y su mirada serena y limpia