Botánica en femenino
- 4 marzo, 2022
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Entre los meses de febrero y marzo, hay dos fechas señaladas que tienen que ver con la visibilidad de la mujer. La primera de ellas, el 11 de febrero en el calendario, se instaura por parte de la ONU (Organización de Naciones Unidas) en el año 2015, como Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia, con el fin de impulsar vocaciones entre las niñas y evitar el abandono de las ciencias entre las mujeres que eligieron ese camino; buscando, además, rescatar los nombres olvidados de científicas, ya que los que no se recuerdan quedan enterrados para siempre. La otra efeméride relacionada con la mujer se celebra el 8 de marzo y nos recuerda que hay que seguir en la lucha de la igualdad entre hombres y mujeres, rememorando el terrible suceso de aquellas mujeres que en 1908 perdieron la vida en una fábrica textil, que se convirtió en una trampa mortal; trabajadoras que, encerradas, no pudieron huir del incendio.
La Botánica, entendida como el conocimiento profundo de las plantas, ha estado desde tiempos remotos en manos de las mujeres. Las plantas, que ya estaban cuando aparecimos como especie sobre la faz de la tierra, han estado en contacto con el ser humano desde los albores de la humanidad; nos dan el oxígeno, cobijo, alimento, vestido, medicinas, venenos y un largo etcétera, pero ahora comienzan a ser unas completas desconocidas. Hasta el siglo XVIII, no sólo el conocimiento etnobotánico, sino también la Botánica –de una manera científica–, seguía siendo una ciencia femenina. Las mujeres que por su situación social y económica podían estudiar, tenían en las ciencias naturales y concretamente en la Botánica su terreno de estudio; hasta tal punto, que el pensamiento social masculino, incluso en la Ilustración, veía con buenos ojos el desarrollo de la ciencia botánica por las mujeres En palabras del propio filósofo francés Jean-Jacques Rosseau, era “una fuente de placer y virtud apropiada para las mujeres”, y se percibía poco masculino que los hombres se interesaran por esta ciencia. Todo cambió en 1753, cuando el considerado padre de la taxonomía moderna, Carl von Linné (Linneo), publicó su “Species plantarum”, una nueva clasificación de las plantas, cuyos caracteres diagnósticos eran los órganos sexuales de las plantas; algo que cambió el pensamiento masculino hacia la Botánica, que pasó a ser una ciencia “poco adecuada para señoras”. Así explicaba Linneo los pétalos de la flor: «Los pétalos de una flor no contribuyen a la generación y sólo sirven de tálamo nupcial preparado […] para que el desposado y la desposada puedan celebrar en su interior sus nupcias […]. Cuando el lecho está listo de tal manera, llega el momento de que el esposo abrace a su amada esposa y se le rinda»; una propuesta “obscena” que algunos coetáneos del autor consideraban incluso una “repugnante prostitución”. Este cambio de percepción de esta disciplina, junto al veto de la entrada de la mujer en la universidad, tuvo como resultado el paso de la ciencia botánica a manos mayoritariamente de hombres.
Tanto es así que cuando me planteé escribir este artículo, hubiera querido empezar relacionando alguna planta habitante en nuestro término municipal con una autora que la hubiera descrito. Tras una exhaustiva búsqueda y teniendo en cuenta que las autorías de las especies enmascaran el sexo de quienes las describen –ya que sólo se indica el apellido y a lo sumo iniciales del nombre–, ha sido realmente complicado descubrir a alguna mujer entre las numerosas autorías. Para hacernos una idea, en el término de Villena contamos con unos 1000 táxones de plantas vasculares y sólo he podido descubrir uno en el que aparezca el nombre de una mujer, y es un taxon de rango subespecífico: Hyparrhenia hirta subsp. pubescens (Andersson) Paunero [= H. sinaica (Delile) Llauradó ex G. López]. Esta planta pertenece a la familia de las gramíneas, como todos los cereales, tiene unas espiguillas rojizas y se desarrolla sobre todo en cunetas de carreteras, en lugares pedregosos y zonas removidas Es cada vez es más común en el territorio, ya que es una de esas plantas que habita en zonas con clima más calido que el de Villena, pero que está aprovechando la red viaria y los inviernos, cada vez menos fríos y rigurosos, para ir colonizando y viajando al interior de la Península; quizá sea una indicadora del cambio en el clima que estamos experimentando. Quien sepa un poco de determinación de plantas con claves sabrá de la dificultad de esa familia, cuyas piezas florales nada tienen que ver con el resto de las plantas con flores. Pero eso no fue un problema para Doña Elena, que es el nombre propio de la autora que conocemos como “Paunero”, la cual consagró toda su vida al estudio de la Botánica y concretamente de las gramíneas; ella es en mi opinión, la primera botánica española, con permiso de Doña Blanca Catalán de Ocón, la recolectora turolense a quien algunos atribuyen ese honor. La vida investigadora de Elena Paunero Ruiz (1906-2009) transcurrió en el Real Jardín Botánico de Madrid, donde llegó a ser la conservadora del herbario. Pero, por desgracia, su trayectoria no fue un camino de rosas, sobre todo cuando Francisco Bellot llegó a la dirección del jardín; corrían los años 1960, y en esa época las opiniones de Doña Elena ni eran escuchadas ni tomadas en cuenta, y fue tratada con mucha “desconsideración”, cosa que precipitó su jubilación. Por ello, éste es mi homenaje a esa gran mujer, contemporánea nuestra, que trabajó toda su vida por la Botánica, a pesar de las adversidades que tuvo que vencer, y cuyo nombre es conocido y valorado en el ámbito de la agrostología, fuera y dentro de España.
Jean-Jacques Rosseau https://mujeresconciencia.com/2014/10/13/cuando-la-botanica-se-decia-femenina/
Blanca Catalán de Ocón https://mujeresconciencia.com/2019/05/28/blanca-catalan-de-ocon-primera-botanica-espanola/
Elena Paunero https://es.wikipedia.org/wiki/Elena_Paunero_Ruiz