Arranque de sinceridad
- 3 marzo, 2015
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Confieso que he visto las sombras de Grey y que no me dio tiempo a contarlas porque estuve pendiente de cada jadeo. Soy feliz porque pese a haberme puesto en tan tremendo peligro, sigo siendo un heterosexual normalito que lo único que le envidia al pájaro ese es el pisito de x-tantos metros cuadrados con vistas. Ni los trajes, ni el negocio, ni la chica, ni la resistencia física, ni sus juegos eróticos. A ver cómo se apañaba el tipo con mis noventa metros de protección oficial donde lo más parecido al cuarto del dolor es el armario de la plancha.
Confieso también que en ocasiones diversas he cantado a pleno pulmón “estudiante el que no vote, estudiante el que no vote”, incluso en presencia de menores y de mi cuñao, que es socio de tan respetable comparsa. Mea culpa, mea culpa. Pido por ello disculpas a los directivos de la comparsa, a los miembros de la JCF y concejal de fiestas. Y pido disculpas también a todos los estudiantes de infantil, de primaria, de secundaria, de Bachiller, de módulos y muy especialmente a todos los estudiantes universitarios.
Confieso que, en un arrebato inexplicable, he abandonado varios grupos de whatsaap generando gran inquietud y revuelo entre los demás compañeros de grupo. Actitud imperdonable la mía agravada por el hecho de que no he pedido a los administradores que vuelvan a meterme. Merezco por ello el continuo pitido de mi oído izquierdo que según la tradición indica que por ahí andan poniéndome fino.
Confieso que me he reído a boca llena del valenciano “made in botella” de la alcaldesa de Valencia, Dª Rita. Y por supuesto de ese palmito que luce tirando petardos a diestro y siniestro. Señora hemos perdido los papeles o “pa lo que me queda en el convento….”
Confieso que he blasfemado al comprobar la chulería del “molt honorable” en su comparecencia ante el Parlament. Total si los viajecicos a Andorra eran con toda seguridad por motivos terapéuticos, con el fin de descargar el tremendo peso que han venido soportando por el legado del abuelo, que los tenía cosidos a millones. Y esa desgarradora declaración de Dª Ferrusola afirmando que “no tienen un duro”. Tremendo, tremendo.
Confieso que casi he llorado de emoción al saber que Bárcenas por fin iba a poder disfrutar de unas merecidas vacaciones en su Baqueira bonita, en su linda casita embargada. Y que se me han saltado las lágrimas al leer en prensa que la junta de Andalucía ha enviado a la juez Alaya unos cuantos armarios para que la buena mujer no tenga que andar recogiendo causas judiciales de los suelos de su Juzgado. La piel de gallina.
Confieso que ayer se me quedó la boca abierta escuchando decir a Dª Soraya que hemos sido las clases medias las que hemos sufrido, soportado, sobrellevado y ayudado a aliviar la crisis económica. ¿Se habrá dado cuenta ahora? Pero llegó incluso más allá anunciando que había llegado la hora de compensarnos tanto sacrificio. No hay duda. Empezamos el periodo electoral.
Confieso que hoy se me ha olvidado que debatíamos sobre el estado de la nación. Aunque más que debatir sobre una nación en concreto, dígase la nuestra, creo que cada uno de nuestros ilustres representantes públicos hablaba de naciones diferentes. La que es y la que se espera.Confieso que si de verdad pudiera pararse el mundo, yo me bajaba. Pero aquí seguimos, pedaleando.