Alfonso Martínez Azorín y Virtudes Estevan Bonifacio
- 30 agosto, 2023
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Llanos Martínez
El día 5 de septiembre, cuando Villena estalle de alegría y de comienzo la entrada, nuestro corazón se encogerá, ya nada volverá a ser como antes, porque nuestros padres, Alfonso y Virtudes ya no están físicamente con nosotros.
Amantes de nuestras fiestas y costumbres nos habéis enseñado desde pequeños a sentirnos orgullosos de ser villeneros. Todos los maravillosos recuerdos de nuestra infancia en fiestas nos van a acompañar siempre, los llevamos guardados en el corazón, como mi madre nos vestía y nos acompañaba a todos los desfiles, guapos como soles, salíamos siempre los cinco en la ofrenda, con las cajas de galletas, y bajo la mirada orgullosa y tierna con la que nos miraba. Mi madre fue una gran festera, ella disfrutaba muchísimo los desfiles sentada con toda su familia, con mis tíos y primos en la puerta del Georgia, empezaba viendo a mi abuelo moro viejo y hasta que no pasaba el último cristiano, no se levantaba de la silla, nos aplaudía a todos con la alegría que la caracterizaba.
El Georgia era el punto de encuentro de toda la familia, donde podíamos tomar una copa de cava y comernos una pastica y donde la alegría y las risas estaban aseguradas. Todos los primos y familiares cuando en fiestas pasemos por allí nos sentiremos unidos en nuestro dolor, con melancolía, pero felices de los bonitos recuerdos que todos hemos vivido.
Mi padre también disfrutó mucho como festero, sus amigos y su carácter alegre lo llevaron a salir unos años de pirata en su juventud, pero fue en nuestra comparsa de andaluces donde quiso quedarse para siempre.
Recuerdo perfectamente como siendo yo muy pequeña, hace más de cuarenta años, llegó mi padre un día 1 de septiembre y nos dijo que se había apuntado a contrabandista, ese año ya salimos los dos y pasamos a formar parte de la familia contrabandista. Vivió fiestas inolvidables junto a mis tíos Juan Mataix y Juan Frances, muchas anécdotas vividas que seguro vamos a recordar siempre con cariño. En aquellos años yo me iba a la diana con mi padre y me ponía de cabo en su fila, a él le encantaba verme con la navaja y yo buscaba su mirada y su sonrisa.
Mi padre me enseñó a sentir el orgullo de ser contrabandista. Disfrutó muchos años desfilando al son de ECOS ESPAÑOLES, su pasodoble festero preferido. Todos los años el DÍA 4 cenaban con sus amigos en los contrabandistas, les gustaba ir a su comparsa y compartir unas risas y un baile bien agarraditos.
Ahora ya no estáis con nosotros, pero nos habéis dejado un precioso legado, nos enseñasteis a querer a la comparsa, a llevar a los contrabandistas en el corazón, con alegría y orgullo, y así es como todos nosotros la sentimos. Ya es la tercera generación de contrabandistas en la familia, vuestro legado continua y lo que nos une a toda la familia es un vínculo y un cariño muy especial a los andaluces.
Vuestra luz y sonrisa estas fiestas acompañaran a los contrabandistas, nosotros os echamos mucho de menos, pero sabemos que un trocito de cielo está con nosotros.
Por una piña y sus piñoncitos