La segunda edición del CASC baja el telón con un éxito de participación

  • 4 agosto, 2014
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Más de 150 personas, entre profesores, tutores y alumnos, han dado vida durante estas últimas dos semanas las calles del casco antiguo de Villena. Talleres, debates y juegos multidisciplinares sembraban, en cada rincón del centro histórico villenense, un espacio de convivencia y de reactivación social dentro del barrio con más historia de la ciudad.

El CASC ha cerrado su segunda edición tras diez días de intenso trabajo a pie de calle. Jóvenes venidos de diferentes países han participado en la búsqueda de nuevas formas de convivencia que mejoren la estructura social del casco histórico de Villena. El evento organizado conjuntamente entre la Universidad de Alicante y ‘el fabricante de espheras’, empresa que mezcla arquitectura, urbanismo y arte, ha sido un éxito de participación respecto al año anterior. En esta edición, los organizadores buscaban una mayor implicación entre los vecinos del barrio y “que quedara una reflexión más allá de estos últimos días”, aseguraban.  

Las actividades que planteaba el CASC desgranaban cada uno de los diferentes aspectos sociales, desde un plano artístico, que conviven en el casco antiguo de Villena. En la pinada del castillo, junto a la casa de los tuareg, un grupo de jóvenes pintaba una panorámica de 360 grados del paisaje de Villena. Un taller donde cada persona podía plasmar su visión particular de la ciudad en un bastidor de diez metros de circunferencia y uno y medio de alto.

Una de las metas del certamen era la recuperación de los factores culturales autóctonos del casco antiguo. Los modos de vivir de antaño, los oficios tradicionales que se han ido perdiendo, costumbres en desuso, espacios olvidados o el vocabulario típico eran estudiados y documentados por los participantes del taller de patrimonio cultural. Un trabajo de investigación y de campo donde los jóvenes iban entrevistando a las personas mayores del barrio para empaparse de sus conocimientos, recopilarlos y darlos a conocer al resto de los ciudadanos. Además, en un taller sonoro se ha ido recopilando los sonidos característicos del casco histórico para que durante el último día fuera la sintonía encargada de dar las horas.  

En el taller de recursos didácticos, los más pequeños jugaban con maquetas que representaban la zona del castillo. Que los niños se acercasen a los talleres y participaran de ellos, era uno de los principales objetivos de los organizadores. Un puzzle de la Atalaya o el juego de la oca “villenizado” permitían a los chicos y chicas aprender los valores y conocimientos sobre el casco antiguo mientras practicaban una actividad lúdica.

La celebración del CASC supone un modo de reunión y de incitación a la participación ciudadana. Tanto en el taller de educación social como en el de ‘Agronautas’, la intención de los tutores era crear unos espacios de convivencia vecinal reactivando lugares característicos. En el primero, un grupo de jóvenes adecuaron un solar a modo de “cine de verano”. Es ahí donde finalizaría el trabajo con la proyección de la película realizada por los participantes y que buscaba contar las diferentes historias del barrio. En ‘Agronautas’ la finalidad era reformular la relación entre vecinos y medio natural. Un aprovechamiento de los recursos naturales para minimizar el uso de energía y fomentar una educación ecológica.

Un foro de debate sobre participación ciudadana estudió desde el edificio Colache las relaciones, objetivos y motivaciones de los diferentes actores que conviven durante la celebración del CASC. Bajo el nombre de ‘Desayuno con viandantes’ un grupo de jóvenes investigaron sobre las reacciones que se sucedían dentro de los diferentes actores ante cambios bruscos e inesperados.

Ambiente nocturno

Para aderezar todo este trabajo experiencial e implicar al resto de ciudadanos de la ciudad, el CASC se trasladó a las principales zonas de ocio de Villena. Fiestas temáticas en los pubs de la plaza de Santiago o conciertos en la explanada de Santiago han dado vida a las noches veraniegas de Villena durante las dos últimas semanas, creándose así una unión entre los jóvenes de la ciudad con los participantes del festival.

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