Los frutos de lo que sembramos tiempo atrás
- 6 mayo, 2023
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La administración, si por algo se caracteriza, no es precisamente por su rapidez. Y es que si una palabra ha de servir como antónimo de “inmediatez“, esta bien podría ser “burocracia“.
Los procesos administrativos, en su afán de intentar salvaguardar todas las garantías judiciales, terminan siendo exasperantemente eternos. Tanto, que en ocasiones el ciudadano tristemente pierde la esperanza en que la administración responda a sus necesidades. Pero igual que quien tiene hambre y planta una semilla terminará comiendo, solo que en un tiempo, la administración también termina dando sus frutos. Solo que no todo lo rápido que nos gustaría.
Y es que, siguiendo con el ejemplo de la semilla cultivada, la persona que tenía hambre primero tuvo que labrar las tierras, después las abonó, después plantó la semilla, que luego regó y tras un tiempo de crecimiento, podrá por fin cosecharla y saborear los frutos de su trabajo.
Algo así sucede con la administración, que para poder tener, pongamos, una obra realizada que arregle (por ejemplo) unos problemas de filtraciones de aguas, primero habrá que redactar un proyecto, proyecto que deberá ser contratado casi por norma general en una licitación para poder garantizar que no se lo queda una empresa a dedo. Luego, con el proyecto redactado, habrá que hacer otra licitación para adjudicar la obra. Y luego realizar la propia obra. En total, antes de poder mover el primer ladrillo, se escapa un tiempo precioso de entre uno y dos años (dependiendo de la complejidad y el importe de la actuación), en el que posiblemente el agua termine filtrándose y cabreando a algún que otro vecino.
Es por eso que las obras que ahora vemos en nuestras calles (las acabadas y las que están en proceso), son el fruto de un trabajo mucho mayor que viene realizandose desde hace tiempo y que, junto con la parada obligatoria que nos supuso la dichosa pandemia, han tenido que obligatoriamente demorar el inicio y las propias actuaciones. Pero la rueda, que llevaba muchos años parada, ya ha echado a rodar.
Hemos pasado de ser un ayuntamiento que generaba un superávit insultante fruto de no ejecutar las inversiones a ser un ayuntamiento que invierte en sanear sus calles y mejorar sus servicios e infraestructuras. Eso sí, sin obras faráonicas y sin construir edificios que terminasen hipotecando el dinero de los impuestos de toda la vecindad de Villena solo para enriquecer a la empresa de turno, como hicieron algunos tiempo atrás.
Se ha decidido invertir en lo necesario por delante de lo vistoso. Enterrando las inversiones donde no se ven, pero hacen mucha falta, como es en el subsuelo. Se ha hecho con la calle Román, con Jose M Soler, con Santa María de la Cabeza y se está haciendo con la Av. Constitución, el cuartel de la guardia civil y el polígono de El Rubial.
Pero esos proyectos de los que ya vemos sus frutos, no son los únicos, y es que, aunque no se puedan “cosechar“ aún, ya se ha trabajado con los pasos previos para hacer lo mismo en otros barrios como la zona de calle Telarete, el barrio de la Constancia o la Morenica.
Y es que ese trabajo, que no se ve, pero hace falta, ya esta hecho. Y pronto se podrán seguir viendo los frutos.