La huella del Chicharra

  • 22 abril, 2022
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La huella del Chicharra

Hasta finales del mes de marzo, en la ermita de San Antón, la recién creada Asociación de Amigos del Chicharra realizó una exposición sobre la historia del tren de vía estrecha que tanta importancia tuvo en la vida social y económica de nuestra ciudad, aunque mi  interés por la muestra  es más sentimental que histórico. 

Recogía abundante material gráfico y “pequeños tesoros” que los particulares han conservado  como recuerdo: campanas,  relojes, carnets, billetes, libros registros de empleados, gorras de revisor etc; todo expuesto y distribuido cuidadosamente en vitrinas para deleite de los visitantes, entre quienes  además de  románticos enamorados del tren como medio de locomoción,   hubieron  extrabajadores o familiares de aquellos que han recordado con nostalgia a los compañeros, el  trabajo en las estaciones, los talleres, las locomotoras, los automotores, los sonidos, los aromas…  

Sin duda, la estrella de la exposición ha sido la espectacular  maqueta de la antigua estación de la VAY en Villena y de la que poco queda ya en pie. Otras estaciones  han corrido mejor suerte  al haber pasado a ser propiedad municipal o a manos privadas, alguna incluso es explotada como “hotel con encanto” previas  las ampliaciones y reformas  necesarias, pero manteniendo la esencia. 

Y aunque el marco para la exposición me parece ideal,  llamaron poderosamente mi atención los desconchados y humedades de la ermita, cuya restauración, salvo error por mi parte,  fue en su día iniciativa de la Asociación de Amigos de San Antón. Como iniciativa  de los amigos de San José fue la reproducción de los gigantes y cabezudos y la restauración de la ermita. Y como la lucha por la no desaparición del legado de la historia de la VAY en Villena es ahora el cometido de la Asociación de amigos del Chicharra. Señor, señor, ¿qué sería de nosotros sin las asociaciones vecinales y de amigos que se ocupan de preservar el patrimonio histórico de nuestra ciudad? (Llamadita de atención para nuestros gobernantes).

De las tres visitas que hice a  la exposición, la más emotiva fue sin lugar a dudas, la que hice junto a mi santa madre. Auténtica protagonista de la historia, como esposa que fue de chicharrero. Poco nos entretuvimos a leer los paneles, pero de cada fotografía era capaz de nombrar a casi todos los retratados. Los ojicos humedecidos y la voz temblorosa mientras avanzábamos. Yo llegué a este mundo cuando ya el Chicharra era historia pero he crecido recogiendo moras en lo que fueron sus jardines, correteando con mi padre por los barracones que antes fueron talleres y escuchando historias sobre cómo y  dónde vivieron, jugaron mis hermanos, estudiaron, comulgaron…todo en torno al Chicharra . 

Y que sentimiento de cariño no despertaría que incluso una vez anunciado el cierre de la empresa y la desaparición de la línea ferroviaria,  que dejaba a muchas familias sin trabajo, se repiten las fotografías en las que en ese último viaje, aparecen grupos de  empleados y viajeros dando las gracias a ese “Chicharra” a cuyo cobijo nació y creció una gran familia, de la que formó parte la mía: abuelos, tíos, padres y hermanos. 

Y si han visitado la exposición habrán reparado en un maniquí vestido con atípico atuendo que en apariencia nada tendría que ver con la vida ferroviaria. El traje de los “ Marineros del Chicharra”. Porque tan arraigado estaba el ferrocarril en la vida social de Villena que hasta su participación en las tradicionales fiestas de Moros y Cristianos tuvo cabida. Y la denominación no se debe a que “el Chicharra tuviera remos”, como alguien apostilló graciosamente. Su denominación viene ligada a la historia de la actual comparsa de Marinos Corsarios, ya que desaparecida la original comparsa de Marineros, algunos trabajadores de la VAY (el Chicharra) ayudados por el gerente de la misma, apostaron por hacerla resurgir con un atuendo similar al de la marina española de los siglos XVII/XVIII. Fue efímera pero quedó testimonio suficiente de su existencia. Al entrar, de frente al maniquí y en el lado izquierdo, facsímiles de los textos escritos por el padre de Juan María Orgiler para la Madrina y el Capitán en el acto de bendición de la bandera. 

Casualidades  del destino que sin ser “festero” en el más estricto significado de la palabra, elegí ser socio de la comparsa de Marinos Corsarios. Aunque suelo decir que uno no elige ser de esta comparsa. Es la comparsa la que decide y atrae, por su historia dinámica, cambiante, el marcado carácter de sus componentes, la inquietud que la caracteriza. 

Y otra vez el  destino. En la comparsa existe una escuadra especial denominada de “Marineros del Chicharra” y que lo son por decisión propia, no impuesta. Y que optaron por recuperar para sí mismos y en el  125 Aniversario de los Marinos Corsarios, el traje que vistieron los originales, los  de 1943/1945. Ese es el nombre oficial de la escuadra, pero también adoptaron el  del oficio, el ligado a los trabajadores del Chicharra,  “chicharreros” e incluso su sede, en continua mejora, se denomina “chicharrera”.  Agradecimiento sincero,  por la parte que me toca,  por contribuir a perpetuar esos recuerdos de vida y de sentimientos, ese legado histórico que dejó el Chicharra, llevando su nombre por bandera. 

Se os quiere.

FML

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