Cabos de Villena

Y se inclinó al pronununciar las palabras acumuladas para hacer más expresivo el homenaje a todos los cabos de las Fiestas de Villena. Después de pronunciar esas palabras, exhaló una exclamación de asombro contemplando cada cabo de las distintas comparsas. La majestuosidad en sus movimientos, su elegancia en cada paso, gestos de complicidad, y chulería festera. En los tiempos de pandemia no habrá la cita obligada del día uno de septiembre, la noche de los cabos, que con los años ha pasado a ser “el día de cabos”. Es la ante sala de los días grandes, el despertar de música, la embriaguez que ya apunta a convivir en la calles y dejar lucir la alegría festera. Una especie de explosión contenida de todo un año de espera.

Porque ellos han propiciado instantes irrepetibles de felicidad. Esa que no se puede comprar con dinero. Gracias al coletivo de cabos.

Fabiola Martinez