Sueño o realidad
- 31 diciembre, 2020
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Podría ser un sueño, pero no hace falta ser un lince para darnos cuenta de que estamos frente a una realidad como una catedral, una variopinta y surrealista situación, un mal sueño que venimos sufriendo y nos viene acompañando desde mediados de marzo.
Cada vez que echamos la vista o agudizamos los oídos a los medios de comunicación nos encontramos que es difícil no escuchar, ver o leer una noticia que nos recuerde y nos haga reflexionar sobre la cruda realidad que tiene nombre propio “Covid-19”. Todo ha cambiado en nuestro día a día y ni que decir tiene que cuando realizamos actividades cotidianas como pasear, ir de compras, al trabajo, actividades de ocio y nos miramos fijamente a la cara no vemos ni tenemos la misma expresión de siempre y nos cuesta adivinar ese gesto, esa voz característica o esa bonita sonrisa ya que, embozamos como vamos, cuesta reconocer a quien tenemos frente a nosotros o pasa a nuestro lado. Una situación que por desgracia cada vez la tenemos más presente aunque nos cueste asumirla.
¡Y llega la Navidad! Reconozco que en estos tiempos que corren, cuesta ser optimista y estar ilusionado, aunque estemos bombardeados por la publicidad que nos acompaña en estos días y nos pone en situación y anuncia las fechas que se avecinan. Unas fechas donde la ilusión, la alegría, la magia, los sueños, la solidaridad, los buenos deseos y el espíritu navideño, que siempre ha estado presente en el mes de diciembre, viene un pelín modificado con sinónimos como responsabilidad, restricción, solidaridad ante nuestros semejantes… pero tenemos que poner de nuestra parte y mantener viva la ilusión de todos los años.
Lo esencial no ha cambiado, no podemos ni debemos olvidar a quienes nos han dejado en este año maldito, ni mucho menos a quienes estuvieron y siguen estando en la primera línea luchando y poniendo en riesgo su vida para mejorar la situación, esos héroes con nombre y apellidos, nuestros ángeles de la guarda que en todo momento tuvieron y siguen teniendo claro lo primordial y necesario para cuidar de nosotros.
No podemos pasar un borrador por la pizarra de la vida y eliminar lo que hemos pasado y vivimos durante este tiempo interminable, todo lo contrario, es la historia de pasado y presente que nos ha tocado vivir, pero no por ello debemos dejar de pensar en el futuro, en ese futuro prometedor, donde este nos devuelva la ilusión y la normalidad perdida tan necesaria para continuar con nuestra vida cotidiana y donde estén presentes los verbos: recuperar, besar, compartir, abrazar, sonreír, trabajar, ilusionar, festejar…
La vida no da tregua, continua, pero para llegar a ese despertar a la normalidad, que cada vez tenemos más cercano y que cada día es mayor la luz al final del túnel, debemos practicar la responsabilidad y el sentido común por parte de todos, algo tan necesario en los tiempos que corren y que repetitivamente nos recomiendan y aconsejan las autoridades competentes.
En lo referente a la política municipal es el momento de unificar criterios, ponernos a trabajar coco con codo, claro está sin perder la identidad que nos define a cada uno, mirando por el bien común y dejando a un lado lo superfluo e innecesario, ocupándonos de lo esencial e importante, siendo capaces de unificar criterios para que nuestra ciudad y sus ciudadanos/as vean mejoradas sus expectativas de presente y futuro, reivindicando y deseando con optimismo buenos propósitos para el año que nos espera a la vuelta de la esquina, esperando que no se parezca en nada al que estamos a punto de dejar atrás. Seamos optimistas y demos lo mejor de nosotros.
No perdamos el espíritu de la Navidad y que vuestros sueños para el 2021 se hagan realidad.