“Volver a empezar un ejercicio de introspección”. Tercera parte

  • 23 octubre, 2024
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“Volver a empezar un ejercicio de introspección”. Tercera parte

…¿Cómo va esa relación con tu nuevo yo?, ha pasado tiempo y habéis tenido muchos momentos de intimidad, alegría, tristeza, soledad, dolor, enfado, emoción, gratitud… Calma, todo forma parte de ese proceso de crecimiento personal.

Llegado este punto ya te habrás dado de lo importante que es salir de zona de confort para tener ese diálogo interno y subir al siguiente escalón, en definitiva, saber gestionar la interacción que produce la práctica del ejercicio físico con las emociones. 

Cambia ese sentimiento de culpa por el de gratitud cuando no puedas cubrir tus expectativas. Podemos soñar a lo grande y conseguir ese objetivo realizando pequeñas acciones siempre y cuando haya una constancia. Pongamos como ejemplo ese día que te duele la espalda y en el “planning” toca hacer una tirada de 10 km, ¿vas a irte a tomar algo con los amigos?, la salud mental hay que cuidarla y sería una opción, pero… ¿Y sí sales a caminar buscando esos rayos de sol que te aporten un buen “chute” de vitamina D, reducción de la presión arterial y mejora del sistema inmune entre otros muchos beneficios? Vale, que está nublado y no es la idea, no pasa nada. ¿Qué tal si ponemos música relajante y hacemos trabajo de respiración consciente o técnicas de Pranayama?, mejorarás la concentración, oxigenación de la sangre, aclarando bloqueos energéticos. 

Existen estrategias para cualquier momento de “desfallecimiento”, la clave es tener ese punto de motivación, la cual muchas veces pasa por volver a emocionarnos y sentir como cuando éramos niños. Recuperar esa espontaneidad y frescura pasa por comportarnos como “homo ludens” (hombre que juega). Has de preguntarte si haces una actividad porque disfrutas o simplemente porque eres competente practicándola. 

Independientemente de la práctica que estemos desarrollando es importante reconectar con el juego. Si observamos a un niño montando en bicicleta siempre se dibuja una sonrisa en su cara, siendo inherente a esa etapa de la vida. Ahora dejemos a un niño en mitad de la montaña, verás como intentará llegar a la cima como un “kamikaze”, con esa risa nerviosa porque en realidad sabe que hay un peligro, pero las ganas de descubrir le empujan a subir hacia arriba.

Vemos el crecimiento exponencial de una disciplina como el “Trail” y podemos observar esa conexión del niño interior que llevamos dentro y una concepción más holística que podamos buscar como adultos. La montaña es descubrimiento, libertad, jugamos con ella de forma inconsciente mientras avanzamos o sentimos la adrenalina en un descenso.

Como conclusión…huye de la superficialidad, no somos sólo “un chasis bonito” con el cuál impresionar, no te centres tanto en los resultados y prioriza tu atención en los objetivos, haciéndolos motivantes y atractivos. Si eres constante y ofreces tu mejor versión cada día los resultados saldrán a la luz por sí mismos.

Y recuerda…”No eres un producto de tus circunstancias, lo eres de tus decisiones”. -Stephen Covey.

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