Brillos y actitudes
- 6 marzo, 2024
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Pantallas gigantes. Concentraciones en la plaza de Santiago. Toda la gente frente al televisor. Una expectación enorme y no, no es el fútbol quien la genera ni tampoco estamos en aquel 2010 que llevó a nuestra selección a lo más alto en Sudáfrica. Las circunstancias son otras y su protagonista también.
Hablo de Almácor, ese torrente de energía que se ha convertido, de la noche a la mañana, en el mejor embajador que podía tener esta ciudad. Su canción, Brillos Platino, se quedó a un paso de la gloria, ese Festival de Eurovisión que más de uno querrá ver en la edición de este año solo por el morbo de que el dúo que nos representará en Europa se pegue el batacazo como demostración de que debía haber sido nuestro paisano y no ellos los que tendrían que estar en Malmö.
En cuanto a la canción, esos Brillos Platino, supongo que habrá opiniones para todos los gustos. Pero de lo que no cabe duda, en lo que todas y todos estaremos de acuerdo, es que el chico que le ponía voz e imagen, Arturo Almarcha Corella, se ha sabido ganar el corazoncito de sus paisanas y paisanos por su simpatía, por su espontaneidad, por su filosofía, por su manera de expresarse y por ese esfuerzo constante por poner Villena en el mapa europeo y en lo más alto de las listas de tendencias internáuticas.
Podríamos hablar de victorias morales o de fallos técnicos en escenografía, de polémicas o maniobras sospechosas, pero eso es irrelevante. Lo que en verdad importa, es que Almácor tiene todas las papeletas para triunfar con su estilo urbano, su carisma y su energía desbordante. Porque, no lo olvidemos, aunque lleve poco tiempo en la industria de la música, ya está considerado una de las grandes promesas del pop urbano, dándose además la circunstancia, nada desdeñable, de que compone sus propias canciones.
Sus declaraciones previas al Benidorm Fest hablan, mucho y bien, de cómo es este chico. “Creo que cuanto más feliz sea yo, mejor me lo paso, y cuanto mejor me lo paso, mejor hago las cosas” afirmaba en una entrevista a principios de año. Viendo su actuación en L’illa de Benidorm, nos damos cuenta de que sus palabras no son ninguna impostura. Sobre el escenario se le veía feliz, daba la sensación de que se lo estaba pasando bien y, en consecuencia, hizo bien las cosas. Y ni problemas técnicos ni manos oscuras consiguieron que fuera de otro modo.
Y es que, como ha apuntado en varias ocasiones, “no son los brillos que te pongas en la cara, o el outfit que puedas llevar, es más que nada una actitud. La suya, de eso no cabe sin duda, es irreprochable.