¿Son sabinas o son enebros? El género Juniperus en nuestro entorno
- 22 diciembre, 2023
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Son dos las especies del género Juniperus L. que podemos observar en nuestros paseos por la montaña.
Las conocemos con los nombres de sabina o enebro; concretamente la sabina mora (Juniperus phoenicea L.) y el enebro de la miera (Juniperus oxycedrus L.). Es un género que se distribuye ampliamente por el hemisferio norte, muchas de sus especies crecen en zonas de alta montaña o en ambientes muy continentales con temperaturas muy bajas en invierno. En cambio, las especies que crecen en nuestro territorio son comunes en cotas más bajas y cálidas.
En ocasiones me han preguntado cuál de las dos es la sabina y cuál es el enebro. Aunque la forma de sus hojas cambia considerablemente de una a la otra, los nombres vulgares para denominarlas se utilizan indistintamente y es entonces cuando comenzamos a enredarnos en un galimatías de denominaciones que dan como resultado que todos tenemos razón. Por eso es tan importante, como ya hemos destacado en otros artículos, el uso del binomen latino para saber exactamente a qué especie estamos haciendo referencia.
Diferencia entre sabinas y enebros
Existe una regla no escrita, pero que pone orden en este asunto, que lleva a denominar “sabinas” a las especies del género Juniperus que tienen las hojas como pequeñas escamas imbricadas, similares a los cipreses (hojas escuamiformes); y que, por el contrario, reserva el término “enebros” para las especies que tienen las hojas como pequeñas agujas bastante pinchosas (hojas aciculares), dispuestas en grupos de tres en los nudos de las ramillas.
No en vano, el epíteto especifico de nuestro enebro, J. oxycedrus, significa literalmente “cedro pinchudo” (del griego oxýs −punzante− y kédros −cedro−). Y puede que el lector se pregunte, ¿y si son tan diferentes cómo es posible que pertenezcan del mismo género botánico? Un dato curioso de estas plantas es que las hojas de los brotes jóvenes, en ambas especies, cambian su morfología a medida que las plantas se vuelven adultas; es decir, que en sus primeras etapas del desarrollo las sabinas comienzan teniendo hojas aciculares y el enebro, escuamiformes.
Pero hay un carácter morfológico más visible para unirlos y es la presencia de unas fructificaciones carnosas y esféricas, que en términos botánicos se denominan gálbulos o arcéstidas. Son como bolitas que, en nuestras especies, son de color marrón rojizo y encierran a las semillas. Parecen frutos, pero no lo son. En el sentido botánico son más parecidos a una piña de un pino, que se ha vuelto un tanto carnosa o coriácea.
Plantas espermatofitas
Las sabinas y los enebros junto a los pinos, los cedros, los cipreses, los tejos, los abetos y un largo etcétera de árboles y arbustos, forman parte de las plantas espermatófitas (con semillas) más primitivas, que todavía hoy no se han extinguido; es lo que se conoce como las Gimnospermas, palabra de origen griego que significa “semilla desnuda” (semillas no encerradas en un ovario). Esto quiere decir que el polen fecunda directamente al primordio seminal para la formación de la semilla, no forman fruto.
Es justo lo contrario a lo que ocurre en las menos primitivas que se denominan Angiospermas, palabra que significa que las “semillas están en un vaso”. Y ello supone que, para que los granos de polen fecunden al primordio seminal, tienen que desarrollar un tubo polínico muy largo que recorre todo el pistilo (el “vaso”), cuya parte basal ensanchada −el ovario− es lo que luego dará lugar al fruto.
Las especies de sabinas y enebros son plantas resinosas y han sido consideradas medicinales y mágicas desde antiguo, habiéndoseles atribuido muchas utilidades. Puede que la más extendida sea la utilización de su resina, que se conoce también como miera, de uso tópico para combatir la sarna, heridas e incluso para el dolor de muelas.
Otros usos
Sus otros usos darían par varios artículos. Los gálbulos de nuestras especies son tóxicos, aunque en ocasiones se han utilizado para purgar, pero existe una especie, el enebro común −Juniperus communis L. − cuyos gálbulos son de color azul y se han utilizado tradicionalmente para dar aroma y nombrar a la popular “ginebra” −modificación del francés genévrier = enebro−.
Esta bebida espirituosa contiene alcohol fermentado a base de cebada y centeno, y aromatizada con los gálbulos del enebro; en origen era un brebaje que nació con fines terapéuticos, como muchas de las que tomamos hoy en día con fines “recreativos” o “lúdicos”.
Pues acabamos el artículo aludiendo a esos fines “recreativos” que el alcohol produce en nuestros cuerpos y que de nosotros depende no consumir o consumir con moderación, evitando caer en lo dice aquella canción de que “litros de alcohol corran por tus venas…”. Mi deseo para estas fiestas es que seamos conscientes de los peligros que entraña un consumo excesivo de alcohol; y que ¡Tengamos la fiesta en PAZ!, algo muy necesario en estos momentos difíciles que estamos viviendo en el mundo.